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José Aburto y los primeros días de la poesía electrónica en el Perú

Roberto Valdivia*


A inicios de los años 90s, cuando José Aburto[1] era un escolar, asistió a un taller de poesía dictado por Antonio Cisneros en el Centro Cultural de la Universidad Católica. El prestigioso poeta tenía fama como destructor de textos de novatos y Aburto no sería la excepción. La sensación con la que salió del taller fue que probablemente no servía para escribir poesía. Curiosamente en lugar que esto fuese su retiro de la escritura (en la que el autor ya estaba inmiscuido desde los 15 años) significó un replanteamiento: ¿Si no soy bueno para este tipo de poesía tal vez lo sea para otros tipos de escritura, para otras y nuevas formas poéticas?


Ya como estudiante de Comunicación en la Universidad Católica, y para su sorpresa, se haría con dos premios que confirmarían más bien su pericia poética: Los Juegos Florales de la referida Universidad y un premio aún más grande y significativo, la única versión del Premio Nacional de Poesía Adobe de 1999, organizado por el diario Expreso. El jurado de este premio estuvo compuesto por Blanca Varela, José Watanabe y Abelardo Oquendo, dos poetas y un crítico fundamentales para lo que fue la poesía peruana del siglo XX.


Al momento de recibir el premio, una de las periodistas de Expreso les preguntó a los ganadores ¿Que harían con el dinero ahora? José Aburto respondió enfáticamente: Comprarme una computadora. Para la periodista esta respuesta tenía un tono provocativo y algo insultante: ¿Por qué un poeta usaría una computadora? La respuesta de Aburto fue la de una “sospecha” que él tenía: el futuro de la poesía estaba dentro de esos aparatos. Tanto fue el desconcierto con la respuesta que esta no llegó a la versión final de las entrevistas de los ganadores del premio publicadas en el diario.


El poemario con el que Aburto ganó el premio Adobe “Abrúmate Suspiro” un poema-río de 16 páginas, no fue publicado como las bases del concurso estipulaban, algo común en varios concursos de poesía en el país. Es gracias a Abelardo Oquendo que el poema aparece en Abril de 2001 en la edición 34 de la revista Hueso Húmero, dirigida por Oquendo, dos años después de ser galardonado.

Mientras tanto y ya con una computadora propia, José Aburto estaba sumido en experimentaciones poéticas poco convencionales para la tradición peruana. Son de 1999 algunos de sus poemas concretos (Como Rosa) pero más importante para esta historia, el primer poema electrónico peruano, titulado como su respuesta no publicada a la periodista: Sospechas.


Sospechas, de 1999, fue un archivo ejecutable que contenía un poemario hipervíncular que ataba los últimos versos de cada lexía[2] al título del siguiente poema, al que uno accedía a través de clicks. El poemario, que podía entrar dentro de la memoria de un diskette, fue distribuido a través de este medio entre conocidos y amigos del poeta. Si bien aún no explotaba algunas de las características de su obra posterior (el hiperconcretismo y ese acercamiento con la estética de los videojuegos de Flash de esa época) es un hito para toda esta historia: el resultado aún bastante llano de una serie evolutiva de proyectos bastante ligados a las nuevas tecnologías y herramientas que han aparecido mientras Aburto se ha mantenido activo. Uno puede ver a esas primeras Sospechas como un momento de tanteo y de alguna inseguridad para escribir en ese nuevo medio. Un tímido avance de las características posteriores de su poesía.


José Aburto se hizo programador de una forma similar a la que muchos peruanos interactuaron con el internet en ese entonces. Como ya hemos mencionado, la mayoría de visitas de peruanos a internet se producían a través de alquileres de computadoras por horas en las cabinas públicas. El asunto es que ir a una cabina no proveía el tiempo suficiente para descargar un programa como Adobe Flash[3] (uno de los predilectos para las primeras obras de Aburto y de la mayoría de sus contemporáneos) aprender su funcionamiento y crear. Para adquirir sus primeros programas de intervención digital Aburto fue a las galerías de la Avenida Wilson (hoy Garcilaso de la Vega) cerca del Centro Cívico[4] a comprar copias piratas de los programas que necesitaba y luego llevarlos a casa. Una interacción offline con internet, desde la soledad de un hogar donde por diversas circunstancias familiares, él se halló de repente con el tiempo y el silencio para adentrarse en el aprendizaje de estas tecnologías.[5]





Durante los primeros años de la década de los 2000s, Aburto había realizado algunas exposiciones de poesía electrónica que consistían de proyecciones en pantallas enormes de sus textos-multimedia, en las cuales el visitante podía interactuar a través de una computadora, viendo el resultado en la proyección[6]. Este tipo de exposiciones llegaron a tener un lugar en la Feria Internacional del Libro de 2004 (FIL[7]) como un stand fijo que se mantuvo todos los días de la feria donde Aburto a través de varias computadoras invitaba a los asistentes a interactuar con sus primeros poemas electrónicos,[8] ahora “clásicos” para la literatura electrónica latinoamericana: tanto Grita (un poema electrónico que para ser leído requería el grito sostenido de los lectores, generando una instalación sonora con el lector, que se veía obligado a sacar todo su aliento si quería leer el texto completo) Arcoiris Paranoico (un poema oculto en una pantalla negra que exigía al lector un movimiento frenético del mouse para ir leyéndolo fragmentariamente mientras fugazmente aparecía detrás de los ases de colores generados por el movimiento) y Grandes Esferas Celestes (un poema a construirse según la intervención del lector, oulipiano e hipervincular cuyo título puede leerse como una referencia al poema Inmensas Preguntas celestes de Antonio Cisneros) fueron expuestos en este evento.


Esa exposición en la FIL fue motivo para que en 2004 Ivan Thays, quien en ese entonces conducía Vano Oficio (y fuese uno de los últimos críticos literarios peruanos con un programa fijo en televisión nacional) le realice una entrevista que condensa la confusión que generaba su propuesta. Lo revelador de la entrevista de Thays no va de lo inteligente o deductivas que pueden ser sus preguntas sino de la ingenuidad que reflejan: ¿Por qué haces esto y no escribes en papel? ¿Primero escribes en papel y luego lo haces en multimedia? ¿Por qué no haces un libro? El único apunte interesante de Thays fue el de indicarle a un joven Aburto que sus poemas eran “obras abiertas” donde el papel del lector cobraba mayor importancia.


Aburto abrió en esos años la página web Entalpía (Poesía Inesperada), donde reúne hasta ahora sus trabajos tanto electrónicos como en otros medios. Un mantra que utiliza el poeta es el de “Poesía Esperada no es Poesía” La propuesta de Aburto tiene una impronta política que puede rastrearse en Wittgenstein: Los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje. Para él, la poesía puede recomponer y destruir los límites del lenguaje inventando el futuro de esa forma: creando lenguajes que anteceden a formas de pensar que aún no existen en nuestro lenguaje habitual(o “esperado”). La poesía de Aburto, que en su momento y hasta la actualidad no han significado asuntos de polémica en los siempre bulliciosos ambientes literarios, podría enmarcarse en la tradición parricida peruana (La Tradición de la Ruptura de Octavio Paz): sus poemas eran enfáticos statements: el libro ha muerto, la poesía que viene de los lugares esperados no crea un lenguaje nuevo, es el momento que se asuma un nuevo motor para la poesía peruana: el lenguaje de programación y lo electrónico.





Podríamos pensar, por ejemplo, que en un mundo con una visión progresista, antes de la crisis de los 80s y el posterior neoliberalismo fujimorista, las visiones de cambiar y modelar una sociedad para hacer algo nuevo gozaban de mayor optimismo y popularidad. ¿No es finalmente la poesía electrónica que planteaba Aburto en el cambio de milenio, una ruptura de tan o más magnitudes que la de Hora Zero, Kloaka o los escritores del grupo Colónida?


A inicios de los 90s, cuando el mundo se estaba reconfigurando políticamente después de la caída de la Unión Soviética, las visiones de futuro entraron en crisis. Varios testimonios de la época cuentan que los poetas peruanos se encontraban en un callejón sin salida similar: No podían volver al conversacionalismo de los años 60s que habían explotado tanto poetas como Cisneros, Hinostroza o los horazerianos Verástegui o Jorge Pimentel. Tampoco podían regresar a formas hispánicas o francesas, es decir a tiempos anteriores a la llegada del modo Elliot-Pound a la poesía peruana[9]: ya no se percibía un sentido de contemporaneidad desde esas escrituras (Aunque algunos acabarían optando por esa vía)


Para los 2000s acabaría posicionándose desde la prensa un tipo de poesía que inspeccionaba arduamente en la tradición poética peruana para revisitar estilos, que reinventados con frescura significaron varios de los libros más populares entre los lectores de poesía del cambio de milenio: La reinspección juvenil de la poesía de Antonio Cisneros en Este es mi Cuerpo de Lizardo Cruzado, o la reinvención de la polifonía del “poema integral” horazeriano en Octubre de Manuel Fernández son algunos ejemplos.


No quiero que estos párrafos se tomen como una contraposición entre “mejor” o “peor” poesía (poesía de vanguardia/poesía revivalista) sino más bien se pueda pensar en los movimientos poéticos tanto de escritura como de posicionamiento de ese entonces desde un escenario político local como mundial: la cancelación de los futuros en el neoliberalismo, el fin de la historia y el realismo capitalista.


¿No son las inspecciones arcaicas de poetas sonetistas, autores de sextinas, como las constantes visitas a la poética de Hora Zero, Varela o Eielson en nuestros autores contemporáneos de las dos últimas décadas una manifestación en nuestras escrituras de esa cancelación del futuro? ¿La atomización, el desprestigio o fin de los colectivos poéticos y desaparición de los habituales programas políticos para la crítica literaria no guarda una relación con un momento histórico donde tanto la clase media como el proletariado desaparecieron del imaginario social como actores políticos fundamentales?[10]


Durante los años 2000s Aburto viviría una incomprensión constante, a la par de una implacable insularidad: si bien existían proyectos de poesía electrónica paralelos no había un lugar de socialización (menos una institucionalidad) o una red donde estos se encontrasen y dialogaran. Aburto no supo de proyectos paralelos a los de él, como los de Oswaldo Chanove o José Ignacio Lopez, hasta una década después, cuando entró en contacto con el ELO (Electronic Literature Organisation[11]) y fundaría junto a Claudia Kozek, Mónica Neponte, Leonardo Flores el Lit(e)lat, un análogo de esa organización a nivel latinoamericano.



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*Roberto Valdivia (Lima, 1995) Ha publicado los libros de poesía Poemas Tristes para chicos tristes y chicas sinceras (2019) y Sadako Sasaki (2021) entre otros. Ha escrito el ensayo sobre poesía peruana Un continuum peruano, próximo a publicarse. El extracto aquí presente es parte del libro Mañana es Mejor: Futurologías en la Poesía Electrónica y Meméticas Peruanas, aún inédito.


[1] Si este libro fuese estrictamente una antología de poesía electrónica y no el recuento sobre la relación entre internet y poesía en este país, probablemente esta sería la primera página. José Aburto Zolezzi (Lima, 1977) es el primer poeta peruano que usó para sus obras la construcción de multimedia, manipulación de código y programación: nuestro primer poeta electrónico. Su figura es especialmente importante porque de esa primera década de poesía electrónica será el más constante en sus experimentaciones y proyectos. Aburto también puede verse como un nexo entre la figura del autor de poesía peruana y el poeta-programador electrónico. Alguien que se mantuvo en contacto con algunas de esas viejas leyendas de la Poesía Peruana del siglo XX y que desde la noción del escritor-autor empezó sus indagaciones en un medio precisamente adverso a la lógica de la propiedad autoral. También puede verse como un precedente del autor electrónico como un profesional académico e investigador, figura que sería luego representada más notoriamente en Michael Hurtado a través de su grupo de investigación Masmedulab en los últimos años.

Varios de los datos adelante fueron conseguidos en una conversa a la que José Aburto accedió amablemente. Nos reunimos en una heladería del primer piso del CC. Arenales en Lince.

[2] Usaré el término “lexía” para referirme a los fragmentos moleculares de una obra de literatura electrónica. Este término ya ha sido usado ampliamente en diversas investigaciones sobre el tema, y lo encuentro bastante adecuado para el contexto de la obra de Aburto.

[3] El programa Adobe Flash (1995-2020) marcará un capítulo decisivo para la poesía electrónica. Es de hecho, el programa comercial más influyente (hasta la fecha) en la misma.

[4] El área del Centro Cívico y avenidas aledañas deben tener un lugar pocas veces mencionado en la producción de poesía peruana de las últimas décadas. Los impresores que se han ubicado allí han sido responsables de varias de las publicaciones de editoriales intermitentes, informales y algunas desaparecidas, productoras de decenas de poemarios de jóvenes autores, que encontraron en estos establecimientos lugares baratos donde imprimir sus libros y revistas.

[5] Valdría recordar que la curiosidad tecnológica de Aburto se produjo también como un asunto familiar, sus padres fueron programadores, y durante su infancia creció viendo antiguas tarjetas perforadas en código binario, utilizadas para la programación en las primeras generaciones de computadoras

[6] José Aburto fue un asiduo visitante durante los noventas del C.C. Arenales, famoso corazón de la contracultura digital en el distrito de Lince, entusiasta del anime y lector de revistas como Sugoi. Cuando le pregunto si él es un otaku me responde firmemente que sí, y que a sus hijos ahora les enseña a ver animes de culto como Neon Genesis Evangelion desde muy pequeños. Menciono esto no como una simple anécdota, sino para contextualizar un proyecto que no pudo ser concretado dentro del C.C. Arenales a inicios de los 2000s. La idea de Aburto era proyectar un poema en la pared del ascensor de la parte central del Centro Comercial, un poema con movimiento que ascendiera junto al elevador. Él me cuenta que llegó a tener una entrevista con los dueños del Centro Comercial en la cual les exponía el proyecto, el cual no comprendieron y se vieron reacios a permitir que se materialice.

[7] Lejos de que esto pueda ser interpretado como un aparente interés por las viejas instituciones respecto a la nueva literatura digital, Aburto me comenta que su llegada a ese stand estuvo mediada por una ex pareja que tenía un cargo relevante en la organización de la FIL. Él armó su propuesta y ese contacto le facilitó su aprobación.

[8] Aburto me menciona que el entusiasmo producido por esta experiencia le motivó a pensar la relación que podría tener la poesía electrónica como una forma de enseñar comprensión lectora en los colegios. Para él le resultó muy optimista ver como familias y pequeños niños se acercaban con fascinación a sus proyectos. Algunos de sus trabajos posteriores (relacionados al área de educación) parten de esas experiencias.

[9] Sobre esto ha escrito ampliamente en varias entradas de su blog Luz de Limbo, el poeta Victor Coral, activo desde los años 90s en el circuito poético limeño.

[10] ¿No son finalmente autores como Aburto los “sucesores” no en estética sino en forma de leer a la poesía (desde la ruptura) de nuestros horazerianos y vanguardistas? Esto me recuerda a una precisión sobre los músicos experimentales en el plano del pop. Durante los 70s era normal que un artista pop innovador que trajera sonidos “raros” al mainstream se posicionara y encontrara audiencia. De alguna forma el público exigía cosas nuevas, algo que ha sido cancelado en la actualidad. ¿Es todo esto un asunto de tiempo también?

[11] Organización norteamericana de alcance mundial, sus siglas traducidas al español serían “Organización de Literatura Electrónica”. Fundada en 1999, es el organismo académico más representativo en lo relacionado a estudios sobre literatura electrónica Valdría la pena añadir también que la producción de José Aburto no se ha detenido desde esos primeros años, y continúa ya no solo en el Adobe Flash y análogos, sino también en nuevas plataformas digitales, nuevos proyectos que vienen siendo comentados y debatidos en los espacios académicos –en otros países- sobre el tema.

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