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Marxismo y Halloween*

China Miéville. Traducción: Matheus Calderón Torres



¡Ni una sola persona disfrazada! Lo estoy contando como un fracaso de saque, les diré. Está bien: todos hemos venido disfrazados de bolcheviques [risas].


Camaradas: el 5 de marzo de este año, Hugo Chávez, el presidente de Venezuela murió; y como sabemos todos, por sus pecados frente los ojos del capital internacional, por rehusarse a priorizar su agenda y por lacerar, por destrozar los niveles de pobreza y los niveles de analfabetismo y por sus asuntos con la salud pública y otras cosas, Chávez fue mostrado incansablemente como un monstruo por la prensa burguesa, fue incesantemente representado como una suerte de payaso malévolo vuelto demonio por los asnos burócratas de, en particular, los medios de los Estados Unidos, si es que no de los medios globales. Y una de las cosas que he sugerido en muchas asambleas durante muchos, muchos, años, es algo así como construir una suerte de defensa socialista de los monstruos; y por tanto, bajo esas premisas, como una suerte de estar en solidaridad socialista con los monstruos, es obviamente un honor posicionarse contra este monstruo designado du jour.


Pero eso no excluye la crítica, y aquellos de nosotros en la tradición de la Internacional Socialista (y muchos otros), hemos sido abiertos con las críticas a algunos aspectos de ese régimen –no se preocupen, ya vamos a llegar a Halloween, quédense conmigo, confíen en mí [risas]. Ya saben, hemos planteado la cuestión de cierta capa burocrática y tratos y posiciones junto a ciertas figuras internacionales indeseables; pero lo que quiero hacer aquí es enfocarme en algo más, en un eje diferente de discordancia con Chávez, y es que el 29 de octubre del 2005, Hugo Chávez urgió a los padres y madres venezolanos a no dejar a sus hijos e hijas disfrazarse como brujas o demonios por Halloween. Dijo que era un “juego del terror”; “las familias”, dijo, “empiezan a disfrazar a los niños de brujas, brujos y eso es contrario a lo nuestro”. Lo que los Estados Unidos han implantado aquí es en verdad una costumbre gringa y es terrorismo, señaló. Ahora, si bien esto se trata de un error histórico, no está a la altura de apoyar a Assad, lo acepto [risas]. Sin embargo, una de las cosas que quiero hacer hoy es argumentar que este detalle sobre Halloween no debe tomarse como completamente falto de importancia. Para un socialista meticuloso, Halloween vale la pena defenderse. Entonces la cuestión es cómo hacer una defensa de Halloween desde la izquierda frente a otros en la izquierda.


Una cosa que no haremos es decir que vemos a Halloween como solo una fecha para divertirse un poco, ya saben. Porque, como nuestros exasperados amigos apolíticos constantemente señalan, como socialistas nos especializamos en arruinar la diversión todo el tiempo [risas]. Ellos dicen cosas como “¿a qué te refieres con que Avatar es una película racista? ¿Puedes, por una sola vez, dejar de arruinarlo todo?”. Y no, no podemos, camaradas, no podemos dejar de arruinar todo: si Halloween merece ser arruinado, ha de ser arruinado. Afortunadamente para nosotros, Halloween no merece ser arruinado. Entonces, ¿cómo podemos defenderlo?


Podríamos virar hacia los temas del ritmo de la vida, podríamos hablar de una boyante teoría marxista de los calendarios, por ejemplo, y podemos decir que la historia de Halloween, de hecho es bastante debatida e incierta, podemos decir que una cosa segura sobre su historia es que proviene de los festivales de la cosecha en alguna u otra forma, y podemos decir que, entre muchas otras cosas, algunas menos deseables que otras, una de las cosas que eran los festivales de cosecha eran una suerte de ruptura de la pesadez y monotonía de la vida agraria, que se trataba de una área santificada para el desahogo social, para el juego, con frecuencia contra los deseos de una elite rural y por tanto como una suerte de red de soporte social con un elemento de goce: eran una suerte de precursor inadecuado, mediado, debatible, de una suerte de estado de bienestar en un modo fuertemente mediado, y que vale la pena defender ello en algunos niveles. Ahora, yo me creo esa defensa, pero pienso que podemos ofrecer algo mejor que eso. Entonces, no estoy aquí para sugerir que deberíamos estar celebrando nuestra herencia pagana solo porque sí –si quieren hacerlo, deléitense con ello, pero ese no es el eje aquí, creo que podemos ofrecer algo mejor que eso.


Mucho más potente para un comienzo, creo, es señalar el tema que ya mencionaba sobre Chávez al inicio, que es la pregunta por quiénes son representados como monstruos –aquellos a quienes la élite convierte en foráneos y monstruos, aquellos que son reducidos y calumniados como figuras diabólicas; y sobre que las más de las veces, no siempre, pero las más de las veces, una llamada a la solidaridad con aquellos vueltos monstruos es algo que al menos debería llamar nuestra atención. Y pueden verlo a través de la historia: ya saben, la preocupación de Chávez era que esto se trataba de gente disfrazándose como brujas. Uno podría decir, una vez más, que en una forma altamente mediada, esta es una suerte de compañerismo y reclamo con el pasmoso número de mujeres que fueron reducidas y torturadas y asesinadas en una suerte de rencor frenético y marcado por cuestiones de género en los juicios contra las brujas a lo largo de los siglos –esto solo como un ejemplo. Y esto es para nuestro beneficio, no para ellas, ya es muy tarde para ellas, pero no es una pérdida. Esta bien, me la creo, y una vez que empezamos a posicionarnos del lado de lo monstruoso, estamos del lado de los monstruos y figuras vueltas monstruos a través de la literatura en la historia, porque los rechazados a través de la historia, empezando con Grendel siendo echado del salón de Herot en Beowulf, siempre se han ganado la simpatía de aquellos que sospechaban del poder –ya saben, nosotros somos las personas que se pusieron del lado del Monstruo de la Laguna Negra.


Esa defensa es mejor. Pero creo que tengo una mejor defensa todavía, que es una cosa muy extraña, una cosa realmente peculiar, y es que Halloween se ha vuelto un patio de juegos favorito para la derecha en modos altamente raros. Voy a leerles una transcripción de algo que Christine Romans, corresponsal de negocios de la CNN, dijo sobre Halloween el 2009:


"Este es el feriado más capitalista de todos. Es sobre lograr lo más aplicando el menor trabajo posible. Hay una página web que puedes encontrar sobre las cinco mejores ciudades donde los mejores barrios se basan en cuán rico es el vecindario, cuán transitable para autos, su índice de criminalidad, para que puedas enseñar a tus hijos cómo obtener los mejores dulces con la menor cantidad de información. ¡Amo eso! ¿Alguna vez has pensado en enseñarle a tus hijos lecciones de economía basadas en Halloween? Es decir, es en verdad la primera vez que aprenden cómo obtener algo, ¿cierto? ¡Es tan Estados Unidos! Pero esta historia no tiene un final feliz. Mi mamá tomó todos mis dulces, nos tomó a cuatro niños, los dividió igualitariamente y nos los devolvió en partes iguales, y yo estaba como ¡¿socialismo?!"


Solo para que conste: no inventé ni una sola palabra sobre esto. Y lo raro es que este acercamiento extraordinario a Halloween es increíblemente común. Googleen “socialismo de Halloween”. Hay caricaturas que insisten en ello, hay sitios web que insisten en ello… el odioso hombre-niño payaso republicano Steven Crowder hizo todo un truco de cámara escondida sobre esto, donde él, cito, “redistribuyó” los dulces que los niños habían recogido y luego grabó sus caras cabreadas para tratar de probar que el subidón de azúcar de un salvaje niño de 10 años es evidencia de que la humanidad es, en su base, un degenerado emprendedor abusón. Un ejemplo extremo de esto, por cierto, ocurrió en Venezuela, y es probable que ello sea una de las razones detrás de lo que Chávez dijo (y que no sea solo la ansiedad sobre las brujas): unos días antes, una docena de lámparas de calabaza y esqueletos de papel habían sido desperdigados por Caracas con eslóganes anti-Chávez y pequeñas mechas para que parezca que eran bombas. Este es otro ejemplo de, ya saben, una derecha más dura diciendo: Halloween es nuestro patio de juegos.


Ahora, he de proseguir sobre la base de que apoyo una campaña para negarle a la derecha cualquier diversión o placer en cualquier terreno posible. Y por tanto, quiero arrebatarles Halloween. Y por tanto, una de las razones más importantes para defender Halloween desde la izquierda es por rencor de clase. Y eso es bueno, es una buena razón. Pero creo que incluso hay más. Verán: la apuesta aquí es que hay algo más en la estructura temática profunda del festival de Halloween que debemos insistir es nuestro y que debemos celebrar. Pero si reconocemos eso y reconocemos que se trata de una zona disputada, y queremos reclamarlo para nosotros, entonces el corolario de eso es que existe una forma política correcta de celebrar Halloween y una forma política incorrecta. Y he de instruir a aquellos entre ustedes que celebran Halloween de manera incorrecta [risas] por su inadecuada política de clase.


Miremos entonces con cuidado a la crítica de Chávez; que tiene tres partes: a) este es un festival gringo implantado, “contrario a lo nuestro”, b) va sobre brujas, es decir, sobre lo irreal y el tipo de fantasía (brujas y demonios y monstruos) y c) es sobre el terror, que luego toma para hablar de terrorismo, “es un juego del terror”. Ahora, la primera de estas tres –que se trata de imperialismo cultural yanqui- es, obviamente, una preocupación razonable. La industria cultural de los Estados Unidos se especializa en imperialismo cultural, es muy buena en ello. Pero como internacionalistas, mi punto inicial sobre la diseminación de la cultura a través de las fronteras es que eso no es un problema per se, la cuestión se vuelve qué cultura se disemina de qué modo para hacer qué cosa a quién y por quién bajo qué circunstancias, y por tanto aunque se pueda decir, de manera legítima, que estar del lado receptor de Halloween a través de la implacable cuña de empresas de juguetes y dispensadores de caramelos o lo que sea es un problema cultural, Halloween en sí mismo no puede ser culpado por ello y no debería ser culpado de ello, porque hecho del modo correcto es algo que nuestros camaradas venezolanos, como todos nosotros, deberían y podrían abrazar de manera feliz –aunque ello no incluye a las pequeñas bombas falsas, es obvio, eso es inaceptable.


Pasando a la segunda de sus críticas, está la cuestión de lo irreal, la cuestión de lo fantástico, del tipo de cuestión de tener niños disfrazados de brujas y demonios. Ahora, es claro que Chávez lo dice de paso, pero lo que es, de manera obvia, es una posición de ansiedad en la izquierda que tiene una historia. Hay una larga historia de ansiedad sobre la clase de indulgencia frente lo irreal desde la izquierda. Y una de las cosas que uno va a tener que hacer para tratar de defender Halloween, para tratar de apropiarse de Halloween es tener una defensa marxista de lo flagrantemente imaginario (y luego el siguiente aspecto, ya saben, es la defensiva marxista de lo atemorizante).


Pero para iniciar con lo flagrantemente imaginario… una parte de mí quiere decir: ¿realmente, todavía tenemos que hacer esto después de todo este tiempo? Como mucha gente sabe, este es un debate muy antiguo en la izquierda. Quiero decir, más célebremente están los grandes ataques de Lukacs contra el arte y la ficción no realista, no mimética, y tal. Pero esto tiene otros antecedentes también: Nadezhda Krupskaya, la viuda de Lenin (que fuera una figura muy poderosa en el ámbito editorial y la cultura libresca en la Unión Soviética temprana), ella en 1928 atacó un libro para niños ruso muy famoso por Kornei Chukovsky llamado El cocodrilo, y lo atacó bajo la premisa de que se trataba de “bruma burguesa”, culpable de –la estoy citando aquí- “distorsionar realidades sobre animales y plantas”, bajo la premisa de que los cocodrilos no caminan en dos patas fumando cigarros -¡cosa que es cierta! Para que Krupskaya no se vuelva una suerte de excepción aquí, quiero señalar que no se trataba de una posición aislada: esta era una corriente en la crítica rusa al tiempo, había esta enorme ansiedad sobre estas figuras fantásticas y creo que todavía podemos ver los restos de ello hoy y una cierta clase de esnobismo sobre la imaginería fantástica; pero el mismo año salió un libro por un eminente crítico sobre el mismo tema llamado Estamos en contra de los cuentos de hadas.


En contraste, no voy a argumentar mucho más sobre esto porque sospecho que la mayoría de personas aquí ya estarán de este lado, y ciertamente yo lo estoy: estoy interesado en la tradición alternativa del marxismo alrededor del surrealismo y otras corrientes fantásticas que algunas veces es llamado “Marxismo Gótico”, y quisiera ofrecer dos definiciones rápidas de marxismo gótico como oposición hacia el más bien pesado literalismo de otras corrientes marxistas. Una definición viene del brillante libro de Margaret Cohen Profane Iluminations [lluminaciones profanas] sobre Walter Benjamin, ella ofrece una larga definición de marxismo gótico que empieza con, uno, “es la valoración del reino de los fantasmas y espectros de una cultura como un campo de producción social significante y rico en vez de un espejismo a ser disipado” y, dos, “es la valoración de los detritos y trivialidades de una cultura así como sus prácticas extrañas y marginales”, y luego continúa desarrollando varias otras definiciones que son más controversiales que estas. De hecho yo estaría de acuerdo con la mayoría de ellas, pero para motivos de esta charla seré una suerte de marxista gótico suave, no iré hasta el fondo.


Michael Löwy, al hablar de André Breton, el Pope del surrealismo, dice: “quizás uno podría llamar al suyo un marxismo gótico, un materialismo histórico sensible a lo maravilloso, a los momentos oscuros de revuelta, a las iluminaciones que perforan como un rayo el cielo de la acción revolucionaria, una lectura de teoría marxista inspirada por Rimbaud, Lautremont y la novela gótica inglesa, sin perder de vista ni por un instante la necesidad vital de combatir el orden burgués”, y él reconoce que se trata de un modelo contraintuitivo, pero es uno que él defiende –y yo le sigo en ello. Entonces, este es un tipo de marxismo que se posiciona contra no solo, como es obvio, la explotación de clase y tal, sino contra el desencantamiento de cierto tipo de racionalidad fría y abstracta. Ahora, el truco es hacer eso sin caer en una suerte de nostalgia (¡William Morris!) [risas], o en una suerte, en un tipo de irracionalismo sobreoptimista, una suerte de celebrar el esquizoanálisis, el “esquizoanálisis”, entre comillas, solo porque sí. No se trata de estar contra la racionalidad per se, se trata de estar en contra de la versión bajo mandato oficial de la racionalidad que es ofrecida bajo el capitalismo. Para mí, esa forma particular de, por decirlo así, marxismo árido, se ha comprado un modelo de propaganda de lo que la racionalidad correcta es –entonces, no es suficientemente marxista, a diferencia del marxismo gótico.


Esto obviamente se ajusta a cualquiera que alguna vez me ha escuchado hablar de monstruos, cosa que hago mucho. Esto se enhebra con ello, y no voy a entrar mucho más en ello que decir “estoy del lado de la tradición del marxismo gótico”, pero eso nos deja con la otra categoría de Chávez, que en algunas formas es más difícil, que es la cuestión del miedo, y la humanidad y el miedo. ¿Podemos entonces defender el miedo? Una de las frases más famosas acerca del miedo viene del tremendamente importante escritor de cuentos de horror H. P. Lovecraft –escritor de cuentos de terror, racista y un huevo podrido por donde se le mire. Lovecraft dijo que “la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”. Ahora, él de manera generosa orientó esto hacia un tipo particular de nihilismo, un tipo de antihumanismo nihilista del que no me gustaría tomar parte, pero de hecho creo que eso es darle demasiada seriedad. No lo creo, creo que con ese eslogan lo que él está diciendo, básicamente, es “buuuuuú” [risas]. Pretende ser no ficción pero esencialmente es una pequeña pieza de pantomima performada y está diseñada para producir alguna clase de macabro escalofrío. Paradójicamente, creo que hay una forma de rescatar un cierto elemento de esta noción de que la emoción más antigua e intensa de la humanidad es el miedo, en una forma muy mediada. Lo que voy a intentar sugerir es que no es productivo pensar el miedo en términos de “la emoción más antigua e intensa”, pero sí creo que se trata de una emoción fundacional sobre lo que se trata ser humano. Y para entender eso, necesitamos los recursos únicos no solo del materialismo sino del materialismo gótico, del marxismo materialista gótico.


Ha habido una tremenda cantidad de escritos, en la tradición marxista, y en efecto más allá de ella, sobre el uso de herramientas como centrales a la sintiencia, centrales al devenir de la autoconsciencia de los animales conscientes y pensantes, como lo son los humanos, la importancia fundamental de usar herramientas sobre esto. Y, ya saben, probablemente lo más potente, de cierto modo, al interior de la tradición del marxismo es Engels y su apropiadamente famosa pieza El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, que es una pieza excepcional y mucho, mucho, más matizada de lo que los detractores de Engels sugieren con frecuencia. La pieza coloca un modelo verdaderamente fascinante de genuina interacción y retroalimentación entre la forma física del cuerpo, las herramientas, la comunicación y la sintiencia –es realmente una pieza muy interesante. Pero fundamentalmente el discurso de que las herramientas son clave para la sintiencia, por supuesto, no es suficiente, y no lo es por un par de razones, y más obviamente porque hay una plétora de animales que sí usan herramientas: de manera célebre, los grandes simios (con frecuencia uno los ve hundiendo palitos de yerba para sacar hormigas para comer y cosas así) pero también cuervos y córvidos en general, muchas de las aves más inteligentes usan herramientas. Entonces, lo que quiero decir es que una de las cosas que tenemos que hacer para, de algún modo, matizar la idea de que el uso de herramientas es central a la sintiencia es decir: bueno, el uso de herramientas, ¿para hacer qué cosa?, ¿por qué razones?, ¡lo que está sorprendentemente ausente de la discusión! Las herramientas mismas se vuelven esta categoría más bien abstracta en larga parte de la discusión sobre uso de herramientas. Y para argumentar sobre este punto, de manera obvia, lo que voy a hacer es tomar un camino a través de la discutida cuestión de la cognición de los pulpos [risas].


En el 2009, un ensayo fue publicado en la revista Current Biology –está online, pueden leerlo ahí- por tres biólogos: Finn, Norman y Tregenza, titulado Uso defensivo de herramientas en un pulpo cargador de cocos. De paso, el pulpo es el primer invertebrado en haber sido registrado usando herramientas sofisticadas, y hasta ahora es el único, me parece. Ellos fueron buceando y vieron a estos pulpos, a esta clase particular de pulpos de aguas poco profundas, cargando las mitades de la corteza del coco y alejándose con ellas, y luego si eran atacados por peces, si algo viniese a comérselos, las usarían como escudos. Entonces, lo observamos de manera repetida –todo esto está en YouTube, ¡googleen pulpo y coco! Si no veo un repunte en las estadísticas de búsqueda de Google en la próxima hora, entonces no tengo ningún poder… [risas]. Entonces, del ensayo: "…repetidamente observamos a los pulpos, que moraban sedimentos suaves, cargando cortezas de coco, ensamblándolas como refugio solo cuando fuera necesario. Mientras eran cargadas, los caparazones no ofrecían protección y demandaban al portador usar una forma nueva e incómoda de locomoción", que llamaron "caminar a zancos" -si lo visualizan, es un buen término para ello. Entonces, el punto es que es un dolor, una incomodidad cargar con la corteza de un coco si uno es un pulpo, y una de las cosas muy interesantes sobre este artículo, creo yo, es que los autores mismos no se dan cuenta qué tan importante es, no se dan cuenta qué tan radical es. Entre paréntesis, en efecto les escribí un email y les dije: esto es dinamita, y ninguno de ellos me escribió de vuelta. Es casi como si les hubiese resultado un loco, o algo así [risas].


Entonces, hay dos afirmaciones contradictorias que se hacen en este ensayo –no contradictorias, pero dos afirmaciones distintas. Ellos dicen que la corteza es cargada para usos futuros. No lo es. Lo que también dicen, de manera más apropiada, es que el único beneficio es el futuro despliegue potencial de la corteza. Únicamente –en mi conocimiento, y puedo ser corregido en este punto-, únicamente en el reino animal de manera integral, fuera de los humanos, este es el único caso de cualquier animal que despliega una herramienta con la aspiración de que nunca necesitará usarla. Ahora, esto es dinamita. Esto es fundamentalmente diferente de la pesca de hormigas con palitos, porque lo que tienes allí es el modelo básico, varios animales que tienen un resultado deseado, toman una herramienta, saben cuál es el futuro, si algo sale mal, si dejan caer el palito, entonces el futuro ha salido mal y tienen que repensarlo, pero es un modelo linear de historia. Lo que el pulpo está haciendo es básicamente… –hay una cita de Gramsci: “la posibilidad no es la realidad, pero en sí misma es una realidad”. Los pulpos claramente leyeron a Gramsci [risas].


La sintiencia viene no con una orientación hacia el futuro a través de herramientas sino con una orientación hacia la potencialidad, hacia futuros variables, futuros diferentes a ser negociados, y la forma en lo que esto se deja claro de manera asombrosa en este ejemplo es con una herramienta que, claramente, uno espera no tener que usar; este futuro particular ha de ser evitado. Pero te armas a ti mismo contra lo que en psicología es llamado “consecuencia temida”. Una consecuencia temida, que es un término frecuentemente usado en el tratamiento y discusión sobre el TOC, es, me gustaría argumentar, fundamental para la sintiencia porque es lo que desbloquea, es lo que opera como la cópula entre las herramientas, un cerebro sofisticado y no simplemente un sentido del futuro sino el sentido de futuros alternativos: potencialidad. El nacimiento de la sintiencia yace en la orientación hacia el futuro provocada por la mediación entre uso de herramientas y ansiedad. Entonces, no es el miedo la emoción más antigua e intensa, sea lo que sea que eso significa, pero sí es, creo yo, muy probablemente altamente fundacional de la consciencia misma y por tanto deberías respetarla.


Entonces, lo que tenemos hasta ahora es un argumento sobre las categorías de lo fantástico como centrales para una suculenta teoría marxista de la modernidad y un argumento sobre que las categorías marxistas son centrales para una suculenta teoría del miedo y la consciencia y por tanto creo que mapear el establishment de la consciencia humana históricamente, creo que probablemente hay mucho más que ganar mirando a los cefalópodos; tenemos entonces esas dos cosas: fantasía como central a la modernidad para el marxismo, y marxismo como central para entender la categoría de, más específico que miedo, pavor. Porque es pavor de algo que quizás sea malo, pero que no es concreto. Es desconocido por definición. Imaginemos qué genial sería si tuviésemos una gran teoría unificada, que una esos dos elementos desde un enfoque distintivamente marxista a la racionalidad moderna y la agencia política y cultural. ¿No sería eso genial? Sí tenemos tal teoría. Y tenemos tal teoría en un lugar muy pero muy insospechado.


En 1936, el famoso aunque dejado de lado, bastante brillante aunque mal representado crítico literario marxista y poeta y polímata Christopher Caudwell, autor de estos libros fascinantes como Ilusión y realidad, Una cultura moribunda: la cultura burguesa, viajó a España a pelear con los republicanos, poniendo en práctica sus palabras aun a costa de su vida, e inició como artillero, donde fue trágicamente asesinado escasos meses después, a la increíble y joven edad de 30 años, privando así al movimiento socialista de una extraordinaria obra en años venideros. Eso pasó en 1936. El mismo año, un editor completamente mainstream en Londres llamado Thomas Nelson publicó una colección de historias de fantasmas editada por alguien llamado Christopher St John Sprigg llamado Uncanny Stories [Historias inquietantes]. Ahora, el hecho de que ambas cosas hayan pasado al mismo tiempo es importante porque Christopher Caudwell era Christopher St John Sprigg. El último libro publicado en vida fue una colección de historias de fantasmas, recolectadas por este teórico poeta militante marxista que presentó de manera enteramente mainstream, publicada para los lectores comunes a los que les gustaban las historias de fantasmas, los cuentos de miedo; él las recolectó, él las curó y escribió una introducción bastante corta en la que uno podía contrabandear en los estantes de libros mainstream de cualquier librería y nadie pensaría “¡esto es propaganda bolchevique!”.


Pero él abre el volumen con algunas observaciones llamativas. Una de las cosas que hace es que insiste en que las historias inquietantes son un fenómeno moderno. Él dice que lo que está investigando es la causa real del desarrollo de las historias de terror en una era racional. Caudwell usa un lenguaje que es anticuado, así que ya saben, mis disculpas por eso, pero la esencia, creo, es muy importante. Lo cito:


"Puede parecer ilógico que la historia de terror deba ser un desarrollo moderno, cuando es precisamente en tiempos modernos que las apariciones supernaturales y las intervenciones milagrosas son tratadas con el mayor de los escepticismos. Pero de hecho una le sigue a la otra como el efecto sigue a la causa. (…) Si uno cree simplemente y de todo corazón en vampiros, fantasmas y hombres lobo, como sí lo hacían los pueblos primitivos, estos son gente tan real para uno como su vecino de al lado. (…) El escritor de una historia de fantasmas debe ser un hombre racional, de otro modo no puede construir el marco de la cuestión de hechos que ha de ser tan escalofriantemente destruido por la incursión de lo imposible. Cualquier credulidad haría a sus lectores unos escépticos desde el principio; y habría de subestimar la cantidad de minado y socavación preliminares de su confianza en lo racional que es necesario emprender antes de que muestre su mano. Pero aunque debe ser, por hábito, un materialista, él debe ser uno con fisuras en su armazón. Debe estar exento de la fe simple y también de la duda honesta plena -en otras palabras, debe ser un escritor típicamente moderno."


Creo que este es un fragmento extraordinario y el modelo aquí de un escritor típicamente moderno, de una persona y en efecto de un materialista moderno –esto está siendo escrito por un materialista, por un militante marxista que amaba las historias de fantasmas: uno debe ser un materialista, pero uno con fisuras en su armazón. Y las fisuras en el armazón aquí no son una enfermedad a ser curada, no son una patología a ser curada, son constitutivas de la racionalidad moderna en este modelo, y lo que está más allá es o/y el pavor. No miedo de una realidad concreta sino pavor de un desconocido y aquí es donde vamos más allá del pulpo, porque mientras más entendemos de manera más racional, científica, más lo pavoroso inevitablemente desautorizado se vuelve más y más abstracto e imposible de conocer y por tanto bastante supernatural. Los pulpos darán su paso final hacia la sintiencia cuando carguen con cortezas de coco contra monstruos imaginarios.


Entonces, solo con estas categorías marxistas es que podemos comprender la racionalidad fundamentalmente afectada por el pavor de la humanidad. El otro más famoso modelo –no es un modelo marxista, pero es uno usado de forma bastante adecuada, creo yo, por marxistas- es el modelo de Goya en los Caprichos, donde dice, ya saben, “el sueño de la razón produce monstruos”. No es una contradicción a lo anterior, es una observación brillante, sino que creo que es un fortalecimiento de lo anterior, un afinamiento de lo anterior. Trae a los monstruos más cerca de nosotros. Lo racional, ya saben, ya no se trata ahora de el sueño de la razón produce monstruos sino que los monstruos están afuera de nuestro armazón ya sea que estemos durmiendo o no. Y no pueden ser vetados, son una de las cosas que nos hacen humanos típicamente modernos. Y los fantasmas y los monstruos son figuras clave de ello.


Halloween, así, un festival dedicado a lo monstruoso como una inflexión lúdica de ese hecho –y esto creo que realmente es clave, de que podamos reflexionar sobre esto, y podamos jugar con esto, que sea divertido estar genuinamente asustado pero también volverlo un juego, no es una contradicción: los niños realmente se asustan en sus juegos, es por eso que el intento de expurgar de lo terrorífico a los juegos infantiles es un error; a los niños les gusta ser asustados, o al menos a algunos les gusta. Entonces, Halloween, un festival dedicado a lo monstruoso como una inflexión lúdica de esto monstruoso, es una celebración de los humanos afectados por el pavor que nosotros, como marxistas, estamos en una posición única para entender.


Ahora, lo que esto no significa es que los marxistas, como cultura, estemos celebrando Halloween de manera correcta. Hay muchas, muchas formas en las que estamos llevando a cabo Halloween de manera errónea. De manera más obvia, algo con lo que estamos celebrando Halloween de manera errónea es con los disfraces: cualquiera con algo de conciencia social en absoluto sabrá del escándalo en curso de la pornificación de los disfraces de Halloween, particularmente para jóvenes mujeres y para mujeres en general –y si fuera una persona más organizada, tendría una presentación de Powerpoint y podría mostrarles varias diapositivas, ustedes ya han visto las imágenes: bruja sexy, vampiro sexy, sexy esto y sexy aquello. Y en esto hay una muy clara marca de género, el sexismo de todo esto es tan autoevidente que es una conversación generalizada. Lo que tenemos con eso es Halloween siendo secuestrado por la mercantilización de los cuerpos de las mujeres y la sexualidad de las mujeres a pedido de los negocios, que es obviamente malicioso y una de las formas en las que estamos celebrando Halloween de manera errónea. Pero aunque todo eso sea muy importante, no quiero socavar eso, eso está muy claro para muchos liberales, por no hablar de que es muy claro para muchos de nosotros, esta es una genuina conversación en marcha; creo que una de las cosas de las que quiero hablar es de la experiencia es de venir y contemplar un Halloween estadounidense por primera vez, si es que uno no es estadounidense. Porque hay algo particularmente equivocado en el Halloween estadounidense [risas].


Recuerdo haber visto, ya saben, niños disfrazados tocando puertas y pidiendo dulces, y ver a un pequeño niño vestido como un vaquero, ver a una niña –ni siquiera me estoy refiriendo a la cuestión de género ahora mismo, ya saben, ver a una niña vestida como enfermera, ver a alguien disfrazado de Superman o lo que sea; y los estoy mirando y pienso: ¿quizás un vaquero zombie? ¿Una enfermera vampiro, un Superman del fin del mundo, tal vez? No creo que ustedes se den cuenta de la negligencia que es no tener disfraces cuyo tema no sea lo sobrenatural en Halloween y cualquiera que permita a sus hijos hacer esto es, de manera directa, un traidor de clase [risas, palmas] por todas las razones que ya he expuesto. Esto representa, de manera obvia, en un nivel banal, la capitulación a la mercantilización completa e inevitable de la naturaleza lógica de Halloween, lo lúdico de Halloween, todos son siervos de estos grandes y estúpidos disfraces. Y me ofende profundamente, porque de lo que se trata es de la domesticación del pavor. Todo el punto del modelo de pavor que es constitutivo de la consciencia humana es que, en última instancia, es inefable, no puede ser contenido del todo. Y por eso mismo es que es un error de categoría describir a los filmes slasher como películas de terror de la misma manera en que largometrajes supernaturales de fantasmas lo serían. Es por esto que esta tendencia particular alcanza su telos en esa suerte de vacuidad sádica de risitas de los filmes de porno tortura, y eso es lo que están haciendo cuando dejan a sus hijos vestirse de disfraces no supernaturales [risas], ustedes son cómplices de ello, esa es la pendiente resbaladiza que lleva a la domesticación hegemónica del pavor en la humanidad y la domesticación de lo monstruoso, y entonces nos urjo, como socialistas, a detener eso. Y si sus hijos quieren disfrazarse de algo no sobrenatural, bueno, lo siento… pero a veces tenemos que hacer cosas que políticamente sabemos que estamos en la obligación de hacer: “¡te vas a poner ese disfraz del monstruo de Frankenstein y no se diga una palabra más!”.


Me estoy acercando al cierre, ya casi termino, y tengo solo un par de otras cosas que quiero mencionar. Quiero dejar en claro que hay un millón de formas en las que esta charla podría haber ido y estoy muy feliz de poder haber ido en todo tipo de direcciones. Estoy muy feliz de hablar en la discusión y escuchar en la discusión sobre camuflaje y disfraces y el hecho de que, por ejemplo, en el Reino Unido, por contingencia histórica, tenemos una coyuntura de Halloween y la Noche de Guy Fawkes –la Noche de Guy Fawkes es un festival altamente políticamente complicado y controversial, con toda suerte de elementos apabullantemente reaccionarios en todo el país pero ahora con las máscaras de Guy Fawkes volviéndose parte de Anonymous y los movimientos de masas y tal, y podemos hablar de Halloween en esos términos. Tenemos la historia de Halloween como festival de sacrificio, y el festival de sacrificio es una categoría crecientemente importante en algunas narrativas históricas en las que podemos profundizar. Podemos hablar de necropolítica: hay un conjunto muy interesante de filosofías sobre la forma en la que nos vinculamos con la muerte, y algunas iteraciones de izquierda muy interesantes sobre estas filosofías y obviamente como festival dedicado a la muerte podríamos hablar de la necropolítica de Halloween. Estaría muy feliz de hablar sobre ello. También estaría muy feliz de simplemente hacer una lista de nuestras películas favoritas de monstruos. Podemos ir en la dirección en la que ustedes quieran.


Hay un punto clave del que no hablaré hoy pero del que espero discutamos y ciertamente del que quiero hablar cuando recapitulemos, que es que incluso si permites todo esto, ¿qué con Halloween bajo el socialismo?, ¿qué con Halloween bajo el comunismo caído? ¿Qué le ocurre al pavor después de la Revolución? Sobre esto, tengo algunas ideas. Es tradicional para un socialista convocar a algo hacia el final de una charla y entonces, creo, es un llamado a un socialismo de disfraces de monstruos, supongo [risas]. Pero lo que trato de sugerir es que deberíamos vivir a la altura de un modelo particular más bien hermoso de oscilación entre miedo y juego. En un poema del célebre poeta de izquierda Carl Sandburg, las últimas líneas de Theme in Yellow:


En los últimos días de Octubre cuando cae el crepúsculo los niños se toman de las manos y me rodean en círculo cantando canciones de fantasmas y de amor a la luna de la cosecha; soy una calabaza encendida de Noche de Brujas con dientes abominables y los niños saben que estoy tonteando.

Él no está bromeando [joking], está tonteando [fooling], y sabemos la posición del tonto [the fool] en la historia, que es quien revela la verdad a través del juego. Pero la calabaza encendida de Noche de Brujas puede asustar pero también tontear, y supongo entonces que lo que estoy convocando hoy es, en última instancia, a que se me unan en “Socialistas por el pavor”. Gracias.



 

[*] China Miéville. Conferencia en Socialism 2013. Chicago, 27-30 de junio del 2013.

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