top of page

Pensar el mañana (Respuesta a Adrián León Lostaunau)

Rafael Mayu Nolte


Hace algunos días se difundió un artículo firmado por Adrián León Lostaunau en el blog Elresto, como respuesta a mi publicación Sobre la irreflexividad en las intervenciones artísticas en el espacio público. En los siguientes párrafos me gustaría evidenciar las contradicciones y examinar los problemas de fondo que hay detrás de sus argumentos. Me concentraré en las ideas que me parece importante discutir y debatir públicamente, así que ignoraré las alusiones personales que hay en su texto. Estructuraré una respuesta que deje claro por qué aun considero la acción de Rastro como irreflexiva y espero que las ideas expresadas aquí puedan contribuir al surgimiento de un activismo con métodos mejor pensados.


Primero debo admitir un error al haber revisado solo la publicación de Todo Gobierno es genocida en su perfil de Facebook, la cual no contiene imágenes de los volantes repartidos. Estos se encuentran en el álbum de fotos de la acción. Al no verlos, preferí no asumirlo como un hecho. Sin embargo, no hubo un intento de invisibilizar su ocurrencia. Es por esto que menciono que aparentemente se habían entregado y como recalqué en el primer artículo, esta acción no es un reemplazo a la falta de estrategias pedagógicas en su intervención ya que su efectividad es relativa.



Volante repartido en la acción Todo gobierno es genocida (Fuente: Facebook de Rastro)


Solo revisar un poco de teoría de marketing [1] y publicidad,[2] importante para la concepción de intervenciones en el espacio público que busquen conectar con la gente, levanta dudas sobre la utilidad de los volantes. Yo no asumo que la ciudadanía se encuentra informada, como dice Adrián, sino que la entrega de volantes es una estrategia deficiente. Para hacer de esta una medida efectiva, debería enfocarse en personas que valoren que los datos repartidos en estos volantes son relevantes. Es decir, seleccionar un espacio en donde la información repartida responda a una demanda de esa información. Para que esto suceda, lo más importante sería generar en la sociedad una conciencia de que la memoria y la justicia son valores importantes que deben defenderse y reforzarse. Sin la identificación de un público que esté dispuesto a recibir y leer los volantes, simplemente los descartarán como lo harían con cualquier otro volante publicitario. Pablo Helguera, en su libro Pedagogía para la práctica social,[3] también hace énfasis en la importancia de definir un público y la utilidad de ciertas estrategias en ese sentido:


…Hay que entender y definir a qué grupos nos dirigimos y hacer esfuerzos conscientes para alcanzarlos de una manera constructiva y metódica. Por ejemplo, un artista en busca de una audiencia haría bien en evadir métodos experimentales. Podría ser más útil para él usar técnicas de marketing tradicional. Para obtener los resultados deseados, los artistas deben ser claros en articular la audiencia con la cual desean comunicarse y entender el contexto desde el cual lo están haciendo.


Luego de desmontar la idea de que los volantes suplen alguna estrategia comunicativa pedagógica que realmente brinde información a la gente, podemos concentrarnos nuevamente en la acción retratada en las fotos, realizada en las escaleras del poder judicial. Se argumenta que decir que la intervención es una generalización no es acertado. Aquí no hay más que buscar la definición de diccionario de genocida: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad” (énfasis mío) y contrastarla con la multiplicidad de factores en los crímenes que ellos buscan denunciar. Más aún, lo que parecen querer comunicar es que la condición esencial del gobierno es la del genocidio. Esta es una idea falsa: Las condiciones que han generado violencia desde el gobierno en el Perú son múltiples y reducirlas, como lo hace la descripción de la acción a la imposición del modelo neoliberal (como se hace en su descripción textual en Facebook) o a una característica esencialista del gobierno es negligente.



Repartición de volantes en Todo Gobierno es genocida (Fuente: Facebook de Rastro)


Pero, ya que León Lostaunau mantiene la culpabilidad del modelo económico neoliberal el cual considera continuo desde 1985 hasta ahora, es decir reafirma una generalización que yo encuentro problemática, me gustaría evaluar directamente esto. Una rápida revisión de historia económica-política nos muestra que hasta finales de los años ochenta “se asumió que el mercado era fuente de crecimiento pero también de desigualdad, en consecuencia el estado debía ser el corrector de las desigualdades distributivas. En el conjunto, estado y mercado debían favorecer las mejoras en el bienestar” (Gonzalez: 1994, 43).[4] Creo que es evidente que el neoliberalismo al cual se le atribuye toda la responsabilidad de los crímenes de estado no había aparecido hasta el establecimiento del consenso de Washington en 1990.[5] Y su mantenimiento como modelo no es solo culpabilidad del gobierno sino a un arreglo tácito entre el estado, el mercado y la sociedad civil. Una sociedad civil que no puede solo reducirse a la élite económica sino que es necesariamente policlasista, guiada por estas élites, que han logrado crear un proyecto persuasivo que redefinió los términos del debate social a inicios de los noventas y no ha encontrado una real oposición desde ese momento.[6]


También vale la pena revisar cuales son las razones que considera la Comisión de la Verdad y Reconciliación,[7] con los errores que este documento puede tener, como las que propiciaron los múltiples crímenes del ejército peruano contra la población. Se podrá ver que en el apartado dedicado a las Fuerzas Armadas, el modelo económico pasa a segundo plano y hay una mezcla de cuestiones sociales, estratégicas, éticas y políticas que influyeron en la trágica actuación que conllevo a miles de asesinatos y violaciones de los derechos humanos. Causas que no pueden simplemente reducirse al estado o a sus gobernantes, y menos aún a la economía. Menciono solo estos textos para no excederme en este punto pero es necesario tener en mente que cuando se anula un pensamiento más complejo sobre la violencia en nuestro país, así sea en una consigna en una pancarta, se le hace un flaco favor a la memoria.


En segundo lugar, me gustaría examinar la idea de que la acción de Rastro es política. Según León Lostaunau esto se da porque a) Ataca directamente al status quo de la política y b) interviene directamente en lo social para detonar la demanda de memoria y justicia por los desaparecidos. Ambas ideas no se sostienen. Decir que todo gobierno es genocida muy fácilmente cae en las ideas improductivas y muy arraigadas sobre la imposibilidad de cambio del sistema político[8] que terminan despolitizando a las personas. La acción estaría, por el contrario, manteniendo el status quo en el cual se piensa que la política y el estado están escindidos de la vida del ciudadano común salvo en cuestiones operativas como infraestructura y son enemigos de la libertad de la sociedad. En segundo lugar, como se ha mantenido desde esta página, la generalidad de la acción y la inefectividad de los volantes que la acompañaban no hacen mucho por detonar la memoria ni demandas de justicia.


Incluso, imaginando que la acción pudiera canalizar su mensaje de manera ideal hacia los espectadores, los sentimientos de indignación, que creo que son los que principalmente podría suscitar, solo llevarían a contribuir a la sensación general de que la política no sirve para nada. Ese mismo efecto se lograría si es que los volantes tuvieran alguna efectividad: En ellos se reduce los crímenes cometidos en los gobiernos a los gobernantes de turno y a empresas que participaron de alguna manera en los conflictos. Sin quitarle nada de la responsabilidad que les corresponde, esta estrategia es nuevamente una simplificación pues detrás de los nombres y las caras hay problemas de fondo que se está evadiendo discutir. No solo eso, sino que igualar a un gobierno con su gobernante es ignorar que hay un sistema complejo que está funcionando en un sentido perjuicioso y, al mismo tiempo, invisibilizarlo y hacerlo perdurar. Y ese es un pensamiento muy peligroso.


Me parece que las ideas que está tratando pobremente de difundir Rastro caen en lo que Paulo Freire definió como un sectarismo de izquierda. En Pedagogía del oprimido,[9] Freire advierte sobre los peligros de una pedagogía política sectaria:


"El sectario –cualquiera sea la opción que lo orienta– no percibe, no puede percibir o percibe erradamente, en su “irracionalidad” cegadora, la dinámica de la realidad. (...)Cerrándose en un círculo de seguridad del cual no pueden salir, (…) establecen su verdad. Verdad que no es aquella de los hombres en lucha por construir el futuro, corriendo los riesgos propios de esta construcción. No es la verdad de los hombres que luchan y aprenden, los unos con los otros, a edificar este futuro…"


Y específicamente sobre las acciones culturales explica que:


"La acción cultural –consciente o inconscientemente– o está al servicio de la dominación o lo está al servicio de la liberación de los hombres."


Mi impresión es que Rastro ha realizado una acción que por su mal diagnóstico de la sociedad, su generalidad discursiva y sus falencias metodológicas y pedagógicas podría considerarse tanto políticamente sectaria como al servicio de la dominación que dice combatir.


Asumir que accionar en el espacio público con frases ligeras y repartiendo volantes es incidir socialmente y ser efectivos políticamente es un gran error, más allá de la potencia de la imagen generada que vuelvo a admitir. Y es un error recurrente de personas que suponen que sus prácticas tienen un valor mayor por ubicarse en la calle. De igual manera, es también recurrente una posición de superioridad moral, que se puede percibir en el artículo de León Lostaunau, al asumir que por intentar ser explícitamente políticos son inmediatamente superiores personas con prácticas que no están dirigidas a este ámbito de manera directa o a las críticas que puedan hacerse a sus acciones.


También es necesario examinar por qué se arguye que la crítica está fuera de lugar por incluir a Rastro dentro del arte contemporáneo. Ellos pueden considerarse fuera de este ámbito, probablemente refiriéndose al circuito tradicional de arte contemporáneo ligado al mercado, pero existe un marco teórico e histórico que puede sin problemas incluir sus intervenciones dentro de una serie de prácticas de activismo artístico ligadas al arte.[10] El mismo León Lostaunau hace una lista de artistas que han servido de referencia para la intervención, con lo cual es difícil que no esté consciente de su posible análisis desde esta perspectiva. ¿Por qué es necesario huir de la calificación de arte contemporáneo? ¿Es quizá porque ellos consideran que sus acciones están por encima de esas prácticas porque buscan incidir directamente en el espacio público y en la política? ¿Tal vez buscan situarse en un espacio de resistencia a las instituciones por el reconocimiento que ese lugar provee?


En cualquier caso, algo no permite que se consideren las estrategias artísticas que sugiero como una forma de complejizar sus acciones, incluso cuando la lista de León Lostaunau incluye obras e intervenciones con operaciones simbólicas claramente mejor pensadas. Por eso, examinemos dos de los referentes presentados en su artículo. La acción de Elena Tejada,[11] como bien describe Adrián, consistió en lo siguiente: “bajo la toma militar de la Universidad Mayor de San Marcos realizó la acción “Recuerdo” en la que se metió en una bolsa de basura negra reclamando a gritos los cuerpos de los estudiantes y profesores torturados y asesinados durante la dictadura fujimorista”. En esta acción no está solo en juego el cuerpo dentro de la bolsa sino el movimiento de Tejada alejándose de un objetivo pintado sobre el suelo. Es un cuerpo vivo que huye de la violencia y la denuncia simultáneamente. Al parecer Rastro no ve que aquí hay un uso mucho más sofisticado de la potencia simbólica posible desde el accionismo y de la semiótica de la bolsa en relación a la violencia.



Recuerdo, acción de Elena Tejada (Fuente: Micromuseo)


Otro ejemplo que podemos ver es el de Colectivo Sociedad Civil,[12] grupo que realizó acciones en contra de la dictadura de Alberto Fujimori. Hubo en ellos una conciencia de cómo generar acciones con elementos simbólicos relevantes, que al mismo tiempo se convirtieron en prácticas que las personas podían replicar y asumir como propias. Sus acciones no consistían solo en la repartición de información sino la repartición de estrategias que canalicen la indignación de las personas en intervenciones que resuenen en contra del régimen, teniendo en cuenta la urgencia de la coyuntura. Pon la basura en la basura es una acción que funciona en un nivel muy básico de protesta, así como en un nivel simbólico y colectivo de denuncia a los cómplices directos del régimen fujimorista, en un momento en el cual debían de ser señalados. Pero no es una acción que deba observarse o replicarse sin el contexto en mente. Lo que queda más claro con el apartado de referentes artísticos publicado, es la atención acrítica de Rastro a obras validadas por el sistema del arte contemporáneo; ese mismo del que parece huir.


Finalmente, quería mencionar que no hay ni una falta de seriedad en la crítica ni una intencionalidad conservadora de desprestigiar su acción. Por el contrario, la crítica fue concebida con la idea de generar una conciencia sobre los peligros de no reflexionar al intervenir en el espacio público, tanto por parte de los accionistas como por un público políticamente afín que no aborde de manera crítica si las acciones son realmente valiosas. Y estos peligros son reales, como la continuación de dinámicas que mantienen el estado actual de las relaciones entre política y la sociedad o la creación de simplificaciones que terminan alejando a las personas que no comparten sus ideas de un espacio de consenso, entendimiento y empatía. Precisamente esa postura replica el autor al calificarme de conservador o irresponsable por no mencionar los diversos crímenes sobre los cuales se fundamenta su acción. Esto no me parece necesario teniendo en cuenta que lo que se discute es su intervención, no la historia ni la violencia, la cual es innegable y debe ser difundida. Y no hay un intento de descalificar esos reclamos, legítimos, los cuales comparto sino sus prácticas, las cuales considero improductivas y negligentes.


Más allá de los errores en la primera publicación, que asumo completamente, creo que los argumentos se sostienen: La acción Todo gobierno es genocida fue irreflexiva pues no se contemplaron bien sus dimensiones políticas, estéticas o pedagógicas. Y esa crítica, usando las nociones expuestas aquí, puede fácilmente aplicarse a otras de las acciones de Rastro. Saludo su iniciativa, a través de León Lostaunau, de discutir mis argumentos. Y también queremos agradecerle a Adrián pues el título de su publicación (Mañana es tarde) hace explícita a una idea latente de postergación en la sociedad peruana que nos parecía interesante utilizar como nombre de esta página, de forma seria e irónica a la vez.



 

[1] Philip Kotler y Gary Armstrong, Marketing. México: Pearson Educación, 2012. Disponible en este link.


[2] Raúl Eguízabal, El análisis del mensaje publicitario. España: Universidad Complutense de Madrid, 1990.


[3] Pablo Helguera, Education for Socially Engaged Art. Traducción mía. Tomado de aquí.

Pablo Helguera es artista y pedagogo. Es una de las personas que más ha pensado el rol de la educación en el arte y su valor en prácticas dirigidas al cambio social.


[4] Efraín Gonzalez, "Transformación sin desarrollo: Perú 1964-1994" en Perú 1964 – 1994. Economía, Sociedad y política. Lima: IEP, 1995. Disponible en el siguiente link.


[5] Efraín Gonzalez, Economía política peruana de la era neoliberal 1990 – 2006. Disponible aquí.


[6] Carlos Alberto Adrianzén, Una obra para varios elencos. Apuntes sobre la estabilidad del neoliberalismo en el Perú. Disponible en este link.


[7]"Las Fuerzas Armadas" en Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final. Lima: CVR, 2003. Disponible en este link.


[8] Ver infografía sobre la desconfianza en las instituciones en esta encuesta del 2015 publicada por El Comercio aquí. La institución con menor aprobación son los partidos políticos.


[9] Paulo Freire, Pedagogía del oprimido. El libro completo está disponible aquí. Paulo Freire es uno de los teóricos en pedagogía más importantes del siglo XX. Sus estudios se centraron en la pedagogía como instrumento de transformación de la sociedad y la desigualdad.


[10] Marcelo Expósito, Ana Vidal y Jaime Vindel, Activismo artístico en Perder la forma humana: Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina. Red Conceptualismos del Sur, 2013. Disponible en el siguiente link.


[11] La acción puede verse en el portal de Micromuseo, en el siguiente link.


[12] Este pequeño vídeo ilustra de manera resumida los objetivos y la forma de accionar de Colectivo Sociedad Civil.


1 Comment


Para poder seguir este debate, me resulta importante leer el primer artículo de Rafael Nolte, que luego es respondido por Adrián León. Adrián coloca el link, que en principio, debía estar en esta plataforma "Mañana", pero parece que ha sido desactivado. Solo encuentro la segunda respuesta de Nolte. Mi impresión es que hay un malentendido de ida y de vuelta referido a reales o supuestos bordes que separaría el activismo político del arte contemporáneo. Aunque Rafael reconoce cierto descuido en su primer artículo, que lamentablemente no está accesible, persiste en su juicio crítico frente a la acción "evaluada". Tengo la impresión que lo valioso de estos intercambios, tendría que ser preguntarnos por la "posición de sujeto" que implica cada mirada.…

Like
bottom of page