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Bienvenidos a la familia Intercorp: el caso del Centro de la Imagen

Matheus Calderón y Mercedes Reátegui*


La historia va así: tras algunas semanas de negociaciones, hacia finales de abril del 2022 se concretó la compra de la Escuela de Fotografía Centro de la Imagen por parte del cuestionado conglomerado empresarial Intercorp, dirigido por el magnate peruano Carlos Rodríguez-Pastor Persivale. Para el 2 de mayo, dos e-mails fueron enviados desde la nueva administración: el primero, firmado por el área académica y dirigido a estudiantes, profesores, y miembros de la comunidad educativa, anunciando que el Centro de la Imagen “pasa[ba] a formar parte de la comunidad de Corriente Alterna”[1]; el segundo, un mensaje escueto dirigido exclusivamente al cuerpo docente, en el que los fotógrafos Flavia Gandolfo y Raúl García confirmaban el “cambio de gestión” del Centro de la Imagen, además de su salida de los cargos de directora y coordinador académicos.

Como si se tratase de seguir al pie de la letra las estrategias de takeover de los manuales corporativos, la venta del Centro de la Imagen gatilló un rápido proceso de liquidación tanto del personal administrativo como de las cabezas académicas. Aunque una venta del Centro de la Imagen había sido largamente anticipada -la institución se encontraba en medio de una palpable crisis económica que la introducción de nuevas administraciones no había logrado salvar-, lo que no se esperaba era una transición francamente abrupta entre la antigua y la nueva administración. En un mismo fin de semana, el Centro de la Imagen terminaba (académicamente) acéfalo y con buena parte de su cuerpo (administrativo) mutilado.


Tomado de: Video promocional del Centro de la Imagen

Pero la confusión fue todavía mayor en tanto nos encontrábamos a puertas de los exámenes parciales; y las dudas que naturalmente acompañan a tal proceso son dirigidas, primero, al coordinador académico y, luego, a la directora académica. Sin directora ni coordinador, la nueva administración, que ya empezaba a presentarse como inLearning Institutos, ofreció dos correos genéricos como mesa de partes para las preguntas, sin ningún nombre o rostro detrás, y que no siempre llegaban a responder a todos los mensajes.

Desde la nueva administración, de la que sabíamos poco o nada, llegaban migajas a las que había que dar sentido: mensajes fragmentarios que luego nunca se completaron; erróneos, con datos que luego habrían de desdecirse; o sencillamente opacos, que enturbiaban el panorama antes que iluminarlo. La retórica “optimista en medio de una crisis” del discurso corporativo que emanaba de estas comunicaciones teñía el paisaje de la coloración típica de una simulación.

Recién dos semanas después de estos primeros anuncios e intercambios, y ya pasado el tumulto de los exámenes parciales, se nos presentó formalmente, en una sesión de inducción, a los nuevos directores del Centro de la Imagen: la especialista en planeamiento estratégico y marketing Carla Bedoya y el curador Carlos García Montero.

Hacia una imagen especular

Un breve paréntesis por motivos históricos: aquí podríamos recurrir al mentado adagio de Karl Marx en el Dieciocho Brumario: “la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”. Pero quizás sea mejor entender lo que viene sucediendo con el Centro de la Imagen no como la repetición en modalidad de farsa, sino como la imagen especular de lo que antes ya había ocurrido con otro centro de educación en artes contemporáneas: la Escuela de Artes Visuales Corriente Alterna.

Al igual que el Centro de la Imagen, la escuela de artes Corriente Alterna fue adquirida el 2018 por el Grupo Intercorp -lo que significa que, hoy por hoy, Intercorp es dueño de dos de las cuatro instituciones de educación en arte contemporáneo en la escena local, cosa no menor-. La compra de Corriente Alterna por Intercorp estuvo pavimentada por el despido, por parte de la administración de la escuela, de las entonces cabezas académicas, la artista y activista Claudia Coca y el investigador y antropólogo Martín Guerra, directora académica y coordinador de estudios respectivamente. Posteriormente a la salida de Coca y Guerra, más de una decena de profesores optaron por dar por concluidos sus servicios de docencia en la escuela.

Un comunicado de la (ex)plana docente recoge el tenor de la época: “estos cambios sin justificación y sus consecuencias son asuntos sobre los que toda la comunidad académica de Corriente Alterna merece tener información y claridad dado que, junto a la nula comunicación sobre el tema y la precariedad del régimen laboral del que participamos y que hoy se manifiestan, se pone en riesgo la calidad de la educación con la que nos hemos comprometido”.[2]

La primera respuesta de la administración (todavía en ese momento, el influyente empresario devenido en artista Carlos Llosa) apuntaba a unas no aclaradas “diferencias insalvables” que obligaban a “dar por terminados los servicios prestados por nuestros dos coordinadores del área académica, así como los de un grupo de profesores de la carrera”.

Una segunda comunicación desde la administración de Llosa sería más elocuente respecto de estas “diferencias insalvables”: "reiteramos el compromiso que tenemos de brindar a nuestros alumnos una formación artística contemporánea y globalizada con plena libertad de pensamiento y libre de proselitismo y actividades político-partidarias dentro de nuestra Institución”. Clave en la salida de los docentes de Corriente Alterna, hoy está claro, eran el clima de sospechas y presiones políticas desde la administración, imposibles de comprender sin vincularlos a la situación política nacional de ese entonces (meses antes había ocurrido la liberación de Alberto Fujimori vía un indulto luego probado falso), las posiciones críticas desde buena parte de la plana docente y las propias posiciones políticas de la administración (los dueños de la escuela).

No obstante, una pieza más habría de completar el rompecabezas: la resistencia de los docentes a la vinculación que se establecería, desde la administración, entre Corriente Alterna y el proyecto Monumental Callao. Como recogen diversas notas periodísticas de la época, el hype que acompañó a la apertura del proyecto de “renovación” urbana estuvo acompañado de un interés de diversos restaurantes y galerías en ocupar los espacios de Monumental Callao. Fue precisamente Corriente Alterna una de estas instituciones, que desarrolló diversos talleres junto con la iniciativa proyecto Fugaz, y consideró incluso abrir una sucursal en los espacios ofrecidos por Monumental Callao. Para el año 2017, el hombre detrás de Monumental Callao, el empresario y financista de origen israelí Gil Shavit, había sido arrestado en vinculación con el caso Odebrecht, y varias de las propiedades de Shavit, entre ellas la llamada Casa Fugaz, motivaron una investigación por lavado de activos. El escándalo de corrupción por Odebrecht solo crecería en los meses venideros, generando entendibles rechazos desde los docentes hacia una administración que perseveraba en sus vínculos con un proyecto en el centro de una investigación por lavado de activos y tráfico de influencias.

De vuelta a las respuestas de la institución, el segundo comunicado emitido por Corriente Alterna también colocaba a Carlos García Montero como nuevo director de la institución. La fuga académica había de ser cubierta de algún modo, para que la escuela pudiese, finalmente, ser comprada por el Grupo Intercorp sin filtraciones (ideológicas) de por medio, lo que terminó ocurriendo sin problemas. Imagen especular, entonces: en el caso de Corriente Alterna, despidos previos a la adquisición de Intercorp; en el caso del Centro de la Imagen, liquidaciones posteriores a su adquisición.

Pero una similitud más ha de ser señalada aquí antes de terminar: Coca, Guerra y los docentes despedidos formaban parte de la columna vertebral crítica de Corriente Alterna, participando de la gestación del currículo general y la pedagogía de la institución. Del mismo modo, Gandolfo y García lo han sido del Centro de la Imagen: de ellos ha dependido en buena parte la implementación de un currículo no solo crítico sino certificado por el Ministerio de Educación MINEDU, lo cual permitió el pase de instituto a escuela superior, con la posibilidad de emitir grados de bachiller al mismo nivel que cualquier universidad licenciada por la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria SUNEDU. ¿Qué ha de perderse sin la posibilidad de continuidad de esta propuesta pedagógica-crítica?

Escenas de un matrimonio (corporativo)

Una observación atenta de la transición del Centro de la Imagen -el conjunto involucrado de comunicaciones, lenguajes, reuniones, personajes, etc.-, podría alimentar un estudio etnográfico alrededor de las prácticas y discursos de la cultura corporativa neoliberal y su encuentro con la educación artística. Por motivos de especificidad, nos limitamos a ofrecer sólo algunas dimensiones de análisis, aunque sean más las existentes. Una escena especialmente rica en elementos a analizar ocurrió durante la sesión de inducción convocada para el pasado 17 de mayo por la nueva administración.[3]

Organizada en tres partes, la sesión contó con la presencia de al menos treinta docentes (un tercio de ellos en calidad de profesores-estudiantes), funcionarias de la sección de Gestión de Atracción del Talento de Intercorp, además de las cabezas de la nueva administración: Carla Bedoya, Carlos García Montero y Javier Rubio, representante de inLearning institutos, división de proyectos educativos terciarios de Intercorp (la Escuela de Negocios Zegel-IPAE, el Instituto Superior Tecnológico Idat, la Escuela de Arte y Creatividad Corriente Alterna y ahora el Centro de la Imagen).[4]


Tras una breve presentación, fueron las funcionarias[5] de Gestión de Atracción del Talento las que nos dieron la bienvenida al “club Intercorp”. Después de la proyección de un breve video en el que se mezclaban imaginería de estudiantes de Corriente Alterna, Zegel-IPAE e Idat -y que, en la mejor estética del mockumentary, se quedó colgado hacia el final y no terminó de reproducirse, lo que contrastó con lo idílico de las imágenes presentadas-, las funcionarias prosiguieron a explicarnos los beneficios de pertenecer al club Intercorp: entre estos beneficios, fueron mencionados los descuentos en cadenas de cines y de supermercados.[6] Tras varios minutos de palpable incomodidad, las funcionarias (que parecían entender más que la propia nueva administración su dislocación en tal espacio) se retiraron del salón.

La segunda parte de la sesión fue dirigida por los nuevos directores Carla Bedoya y Carlos García Montero. Tras una introducción de sus pergaminos académicos y profesionales, el segmento se concentró en los éxitos que habían logrado durante su periodo a cargo de la dirección de Corriente Alterna. No obstante, una vez más la impresión general fue de desorden y precariedad respecto de su propio discurso, que resaltaba por su orientación hacia el mercado: fueron presentados una serie de fotografías de egresados y profesores que parecían calzar con un estándar de éxito medido respecto de la inclusión de estos mismos artistas en los circuitos comerciales nacionales e internacionales del mercado del arte y de residencias artísticas.

Durante esta sección, también fue mencionado con entusiasmo el intercambio galerístico de NFTs; un mercado que sabemos, además de ser una forma de inversión especulativa altamente inestable, actualmente tiene en su haber un desmoronamiento general de ventas.[7] Carla Bedoya expresó el interés de Corriente Alterna en el “tipo de iniciativa” vinculado a un “sentido de comunidad”. Para ilustrar este interés, formuló un caso hipotético de murales artísticos coordinados por instituciones artísticas locales, municipalidades y proyectos internacionales. Un desacierto, quizás, al producir una asociación espontánea con la cercanía que Corriente Alterna tuvo con Callao Monumental, proyecto que, para efectos irónicos, incorporó a su manera los tres aspectos recogidos por Bedoya: galerías locales, autoridades del Callao y el vínculo del empresario Gil Shavit con la constructora Odebrecht. ¿Cuál fue la lección que Corriente Alterna aprendió tras el escándalo del proyecto gentrificador vinculado a una mafia? Incluso a nivel publicitario (descontando cualquier interés de la nueva administración por proyectos artísticos que trabajen por la autonomía comunitaria en lugar de socavarla); quizás ninguna.

Retóricas del nuevo corporativismo

En otras ocasiones, el término “comunidad” fue usado de manera retórica por Rubio, directivo de inLearning institutos, para apaciguar las tensiones producidas a raíz de la compra -y, de manera muy clara- para evadir ciertas preguntas del público. En el discurso de Rubio, psicólogo formado en la PUCP, aparecieron constantemente figuras anti-jerárquicas de comunidad, horizontalidad y cooperación, propias de las terminologías de las “pedagogías alternativas neoliberales”;[8] cuando no, términos enunciados en inglés, como “guidance” o “feedback”, cerraban el círculo del lenguaje del “managerialismo” contemporáneo.

¿Por qué deberían levantar alertas aspectos aparentemente inocuos como la retórica corporativa? En primer lugar, por su labor en la naturalización ideológica del managerialismo contemporáneo, el cual combina prácticas de administración, ideología capitalista (un sentido común apoyado en ideas que favorecen a una clase dominante) y la expansión de las técnicas managerialistas en la técnica social general (desplazando estas técnicas y retóricas fuera del ámbito empresarial hacia los ámbitos políticos, económicos y culturales de la vida social).[9]

Entre tanto, una particular noción de creatividad toma forma en los cuarteles de innovación corporativa y sus múltiples versiones locales de lo contemporáneo, constituida por prácticas, discursividades y mistificaciones heredadas de la cultura startup y de la tecnología digital. Véase que, en los últimos meses, la denominación social de la Escuela de Artes Visuales Corriente Alterna -aquella que es repetida, además, por sus spots e imágenes publicitarias, donde se anuncia un alejamiento del “diseño convencional” (probablemente inspirado en el design thinking de IDEO, consultora global vinculada a la corporación)- ha sido precisamente la de “escuela de arte y creatividad”. Esta noción de creatividad toma cuerpo en las retóricas, prácticas y entornos del “laboratorio de innovación” de Intercorp, La Victoria Lab, cuando no por un lenguaje superlativo a la vez que insustancial. El grueso del discurso es captar el consumo de las clases medias peruanas y en este sentido la innovación se presenta como un sustituto o una actualización de la cultura del emprendedurismo para las clases medias emergentes.[10]

Central a la imagen de innovación y creatividad de La Victoria Lab son las promesas de transparencia que encuentran oportunidad de materializarse en el diseño interior del think tank del Grupo Intercorp: espacios de oficina que simulan espacios domésticos,[11] utensilios modulares, post-its y espacios de trabajo delimitados por paneles transparentes: we wanted to remove barriers between our people [quisimos remover las barreras entre nuestra gente], comenta la directora de experiencia del laboratorio, intentando reflejar la “percepción directa sin interferencia”,[12] de una transparencia organizacional que varios imaginarios socio-técnicos buscan, de manera ilusoria, adjudicarse. La arquitectura, lenguajes y dinámicas urbanas del campus creativo multidisciplinario recientemente inaugurado del Grupo Intercorp probablemente tome una dirección similar en el encuentro de ideología y entorno construido. Un campus inaugurado mientras los cursos en el Centro de la Imagen permanecen en un régimen remoto ampliamente innecesario.




Temas como la aspiración de carisma y pátina de impresionabilidad (gurúes, proyecciones de sofisticación, sostenibilidad, cambio social y por consecuencia una peculiar concepción de futuridad, etc.) -con las que el nuevo managerialismo corporativo busca cubrirse por medio de un empuje mediático a gran escala-, exceden al presente artículo.[13] Al final del día, se nos presentan en la forma de un directivo de Intercorp en pantalones deportivos -una aparición directa del capitalismo tech-hyped, sus congresos y simulaciones de transparencia-, que, mientras denuncia la desaparición de espacios de cuestionamiento y crítica social, dirige la auto-preservación corporativa y la maximización rampante de una cuota de mercado. O que promueve un discurso de horizontalidad dentro del espacio laboral, sin importar que las jerarquías corporativas dan señales de ser particularmente verticales y autoritarias.

En segundo lugar, estas retóricas deben levantar sospechas por su carácter indispensable en la reproducción de proyectos educativos bajo una gobernanza neoliberal. En el campo educativo, el managerialismo organizacional y la comercialización de la educación, buscan el replanteamiento de la relación aprendizaje-conocimiento hacia la comercialización de la producción e investigación mediante la promoción prioritaria de la inversión del sector empresarial.[14]

Pero el trasfondo para este escenario no solo es una visión de la educación como una mercancía. El panorama empeora cuando consideramos el doble aspecto monopólico del proyecto educativo de Intercorp. Conglomerado en expansión y a su vez espacio donde transitarán líneas de vida íntegramente: estudiantes en una edad temprana en Innova Schools, de formación superior en inLearning Institutos y luego, trabajadores del Grupo Intercorp, posiblemente denominados “colaboradores” en su vida laboral. Amplio terreno ganado para la difusión de un sentido común: particularmente amenazante para el caso de las escuelas de arte y diseño, si consideramos el rol de los regímenes visuales en mediar y reproducir la vida social.

La innovación es otro término sumamente relevante en el balance de retóricas. Este da cuenta de una agenda mayor, perseguida por el Ministerio de Educación hace ya algunos años. Los lineamientos de innovación del MINEDU invitan a pensar en una tecnología al servicio de productos y servicios para el mercado, sin ninguna mención del carácter necesario de la aplicación y teorización del conocimiento científico y tecnológico motivadas por espacios de reflexión y cuestionamiento crítico.[15] Lo anterior posibilita un pacto entre la agenda educativa estatal y el poder corporativo, que permite las bases materiales, tecnológicas y legales para la emergencia de un mercado (lo cual tiene sentido si consideramos que una tarea central del neoliberalismo -más allá de desarrollarse en una esfera autónoma de libre mercado-, ha sido tomar control del estado y cambiar los fines del mismo).[16] Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué podemos esperar de una pedagogía asimilada y socializada por el capital corporativo? ¿No será que una pedagogía regida por corporaciones siempre encontrará la manera de oponerse a la creación de conocimientos que desafíen a una explotación corporativa respaldada por el Estado?

Mark Fisher, desde su experiencia en el encuentro entre managerialismo y capitalismo comunicativo en el contexto inglés, sugiere que cierta conformidad con la idea de que el futuro debe tomar la forma de las tecnologías de comunicación digitales “ha permitido que los imperativos managerialistas penetren conciencia y tiempo a un grado sin precedentes”.[17] Según Fisher, cualquier objeción a la ciber-espacialización del trabajo es considerada nostálgica; un intento de “resistirse al futuro digital”;[18] sus detractores, enemigos de las innovaciones tecnológicas del sector privado. Pero ¿qué sucede cuando el encuentro entre managerialismo y capitalismo comunicativo produce una “simulación de productividad”? Siguiendo a Fisher y su sugerencia de no tomar al neoliberalismo tal y como se auto-describe, habría que considerar si, acaso, las estrategias publicitarias, técnicas, y retóricas de Intercorp en la educación artística funcionan como una simulación[19] de innovación.



Así, las campañas publicitarias de Corriente Alterna y recientemente el Centro de la Imagen, orientadas a mostrar una apariencia de sofisticación y optimización creativa, camuflan un clima de precariedad institucional y pedagógica. Algunos indicios de ello están en los e-mails directivos enviados estratégicamente sin firmas; correos sin respuesta -o, en algunas ocasiones, replicados con informaciones vagas y crípticas tras varias semanas-; comités académicos armados improvisadamente; exposiciones de fin de carrera sin un montaje centralizado; tratos pasivo-agresivos hacia los estudiantes y docentes; confusiones de largo aliento respecto a los títulos que la institución brinda acompañadas de la retención de información clara al respecto; polémicas recientes alrededor de un jurado evaluador que no habría leído al menos una tesis vinculada a un proyecto de fin de grado; procesos accidentados de matrícula, apertura de horarios y de pensiones, además de varios otros aspectos, indudablemente de un tinte kafkiano.

Los problemas organizacionales no son ajenos a las gestiones anteriores de Corriente Alterna y el Centro de la Imagen. Los programas críticos de las direcciones internas muchas veces colisionaron con el funcionamiento administrativo de las escuelas. Por ello, resulta clave comprender que la institucionalización del managerialismo corporativo no funciona en un vacío. El managerialismo instalado turbulentamente en ambas escuelas trabaja sobre las bases de las administraciones previamente existentes, las que estuvieron constantemente en tensión con las direcciones académicas y su trabajo de consolidar un espacio de autonomía pedagógica-crítica dentro de las escuelas (como fue muy claro en el caso de la polémica vinculada a Llosa, Coca y Guerra). En buena cuenta, la nueva administración del Centro de la Imagen y la simulación de innovación que vemos desplegada en sus redes sociales presagian la recusación de los espacios de autonomía pedagógica al interior de la escuela. Es decir, la cancelación de un proyecto académico que concibe pedagogía y comunidad académica como algo más que un producto clientelar y plano.

Racionalidad neoliberal y artes locales

Como es bien sabido, la pandemia generó una reorganización del mercado capitalista. Algunas fichas cambiaron de lugar estratégicamente, arribando a una agudización de la ya existente crisis capital-trabajo (una crisis que alberga muchas otras). Naturalmente, los múltiples efectos de esta reorganización quedan expresados en las instituciones que sostienen nuestras vidas de manera más inmediata y una de ellas es la educación. Lo acontecido en la Escuela de Fotografía y Artes Visuales Centro de la Imagen es una muestra de ello, pues su reciente asimilación por la corporación multinacional Intercorp revela el agresivo proceso de neoliberalización en marcha, el cual expande, evoluciona y diversifica sus estrategias continuamente.

Lo expuesto intenta ofrecer un análisis de la compra del Centro de la Imagen (su racionalidad y significado), así como una exploración del panorama más general en el que se llevó a cabo. ¿Qué significa la venta del Centro de la Imagen a un conglomerado empresarial dirigido por banqueros? ¿Qué representa esta venta, tanto para la propia institución como para la escena crítica-artística local y regional? Vale un comentario antes de continuar: en tanto abordamos aquí el caso de una escuela de arte privada (dos características que lo hacen singular), entendemos que el nuestro no es representativo del resto de espacios académicos o pedagógicos en el país. Sin embargo, pensamos que la disección del mismo puede dar luces a lo que es una dinámica mayor -y que esta nos puede dar algunas pistas para mapear experiencias sintomáticas en espacios artísticos y educativos locales.

Regresemos a la noche del 17 de mayo. Un aspecto de la reunión resulta clave y merece mayor ampliación: la evasión de la pregunta por el proyecto académico del Centro de la Imagen. Sorprendentemente, Ni Rubio, García Montero o Bedoya pudieron dar cuenta de las bases académicas y pedagógicas que motivan la currícula actual del Centro de la Imagen -pero al mismo tiempo prometían salvaguardar su continuidad.

Vale la pena mencionar la forma de la respuesta. Ante la pregunta sobre cuál era el proyecto pedagógico que Intercorp tenía para el Centro de la Imagen, la respuesta no solo fue que no se tenía aún un proyecto pedagógico, sino que esto pasaba porque no se quería imponer un proyecto pedagógico. En otras palabras, la presunta horizontalidad y el no autoritarismo se usaban aquí como cubierta para lo que, ya se ha mostrado, era una asimilación hostil y abrupta; lo que repetía la ya conocida pasivo-agresividad del nuevo corporativismo (véase la sección antes mencionada).

Así las cosas, las preguntas y repreguntas que insistían en conocer la opinión de las cabezas de la dirección sobre el proyecto académico de la institución recibieron respuestas vacías. Pero lo que parece un espiral de sinsentido y torpeza en la presentación directiva -evidentemente más cercana al marketing y a la gestión que a espacios propiamente académicos-, también puede servir para ensayar algunas ideas e hipótesis acerca de la racionalidad de la compra de la escuela.

La información ya mencionada -el discurso abiertamente comercial y managerialista de la gestión de Intercorp, la historia de Corriente Alterna después del 2018 y su situación actual (marcada por la multiplicación de cursos técnicos y comerciales, irregularidades administrativas y el deterioro del proyecto pedagógico liderado por Coca y Guerra)-, esclarece que la nueva adquisición de Intercorp no fue movilizada por un interés académico-pedagógico en específico.[20] Sin embargo, la reclamada identificación de una “oportunidad de mercado” en el Centro de la Imagen por los representantes de Intercorp también dejaba bastantes dudas: una escuela oscilando en una situación patrimonial negativa, con una cartera de estudiantes (mucho) menor que otros institutos y con una malla curricular actual que coloca énfasis en el acercamiento crítico al mundo de las imágenes ¿por qué representaría una oportunidad de mercado urgente para el conglomerado?



Antiguo local del Centro de la Imagen. Tomado de: Google maps

Un poco de contexto histórico y económico sobre el papel de la familia Mulder en conexión con el Centro de la Imagen podría dar algunas luces. Nacido en 1999 sobre la experiencia del Instituto Gaudí, el Centro de la Imagen fue fundado por los fotógrafos Billy Hare, Luz María Bedoya, Flavia Gandolfo, Roberto Huarcaya, Antonio Ramos y el coleccionista y empresario Jan Mulder, a la cabeza de la poderosa familia Mulder. Considerada una de las familias más adineradas del Perú, los Mulder Panas hicieron fortuna en el campo de la industria farmacéutica, desarrollando Química Suiza e Inkafarma, además de otros lucrativos proyectos empresariales de distribución de medicamentos en varios países de Latinoamérica. Poseedor de una importante colección fotográfica e impulsor de proyectos artísticos como la galería El Ojo Ajeno y la feria LimaPhoto, Jan Mulder se desempeñó como presidente y principal accionista del directorio del Centro de la Imagen, y parecería imposible desligar el derrotero de la institución de su propio derrotero empresarial.

Por ello, una explicación posible, siguiendo la ruta del dinero, sería la de una compra anexada a las relaciones comerciales de la familia Mulder, principales accionistas y financistas del Centro de la Imagen; compra finiquitada tras la reorganización del patrimonio familiar por una generación más joven. Mirando atrás al 2018, el mismo año que Jan Mulder anunciaba su próximo retiro, Quicorp (el holding que agrupa Química Suiza y otras empresas asociadas a la familia Mulder) fue adquirido en una compra millonaria por InRetail Perú, del Grupo Intercorp. No sorprendería que la venta del Centro de la Imagen represente un suceso añadido a la venta de Quicorp para deshacerse de una piedra en el zapato del negocio familiar, visibilizando en el acto la precariedad e inestabilidad del campo artístico-pedagógico local.

Pero incluso antes de la venta de la escuela al Grupo Intercorp, el mecenazgo que otorgó una relativa autonomía al proyecto pedagógico de la dirección interna instalaba, acumulativamente, medidas de trabajo precario: la inexistencia de contratos laborales, una reducción abrupta de las tarifas de la plana docente, la maximización de matriculados en cursos sin la generación de nuevas comisiones, el ajuste de horas de dictado, etc. Es probable que la paulatina retirada de Jan Mulder de las escenas haya acelerado la transición que parece decantar naturalmente en la venta al conglomerado de Rodríguez-Pastor. Visto así, quizás la venta no representaba un punto de quiebre, sino acaso una culminación de un proceso en marcha.[21] En un marco más general, la sincronización del proceso de la escuela con los requerimientos de innovación del MINEDU no vendrían como una casualidad.

¿Qué podemos esperar de la preservación del Centro de la Imagen después de su compra? Es bastante probable que los representantes del Grupo Intercorp acorralen y lleven el proyecto previamente liderado por Gandolfo y compañía a un lugar sombrío. Por mientras, brilla por su ausencia cualquier tipo de crítica o diálogo por parte del medio artístico. Que, hasta varios meses después de la adquisición, la única voz que haya llamado la atención sobre la venta de la Escuela de Fotografía y Artes Visuales Centro de la Imagen a uno de los conglomerados empresariales más cuestionados del país sea una página de memes en Instagram no deja de ser sintomático de otra doble crisis en la que estamos inmersos desde hace ya algún tiempo: crisis de las instituciones críticas -o lo que queda de ellas- y crisis de la crítica misma.


Días antes de la fecha de cierre de este artículo, otra página de Instagram bajo el nombre @colectivofotoci - Fotógrafos Contra el Negocio de la Educación, fue creada en Instagram para expresar de modo público, aunque anónimo, las quejas de estudiantes y egresados respecto de la situación del Centro de la Imagen en particular y de Corriente Alterna e Intercorp de modo general. Aunque el malestar era ya palpable desde hacía semanas, la gota que derramó el vaso habría sido la inauguración del nuevo local de Corriente Alterna en el distrito de La Victoria, percibida desde las redes sociales como un alarde de los ingentes recursos que poseería la nueva administración, sala VIP incluida; y, días después de la inauguración, el cambio del logotipo del Centro de la Imagen para agregar la frase “By Corriente Alterna”, a pesar de que la nueva administración aseguró al cuerpo docente y estudiantil que mantendría la separación entre Corriente Alterna y Centro de la Imagen. A pesar del nombre de la página, las quejas no llegan ni a articular una crítica sistemática ni a referirse de manera específica al problema de las relaciones entre instituciones educativas de arte y capital.


La lista negra de un grupo de coleccionistas en abril de 2021, que llamaba al sabotaje de artistas por motivo de su apoyo al candidato de izquierdas Pedro Castillo, parece encontrar mucho en común con la lista que descontinuó la contratación del grupo de docentes -y que motivó la renuncia de otros-, de Corriente Alterna en 2018: terruqueo, censura, autoritarismo y burocracias empresariales que favorecen la circulación de obras de arte en un sistema privado. Pareciera, entonces, que la suma de dinámicas alrededor de la venta del Centro de la Imagen al conglomerado empresarial es, en realidad, bastante compatible con un proceso avanzado en la escena artística local, donde las posiciones progresistas de artistas pueden co-existir inofensivamente (o de manera suplementaria) con la privatización agresiva del campo. Dejando un poco de lado sus vicisitudes, podemos animarnos a pensar el caso de la compra del Centro de la Imagen y la atmósfera silenciosa que lo rodea como un reflejo de nuestro propio campo artístico.



 

[*] Mercedes Reátegui es antropóloga, investigadora independiente y crítica de arte. Al interior del Centro de la Imagen, se ha desempeñado como docente entre julio del 2019 y julio del 2022. Matheus Calderón se desempeña como periodista, crítico cultural y curador de arte; y tiene a su cargo el curso de Redacción de No Ficción en el Centro de la Imagen desde marzo del 2021. Al día de hoy, ninguno ha suscrito contratos laborales o de locación de servicios con la institución y han cobrado sus sueldos vía recibo por honorarios.

[1] “Desde hoy, el Centro de la Imagen, pasa a formar parte de la comunidad de Corriente Alterna para así, juntos, seguir transformando nuestra realidad, generando aprendizaje y formando profesionales a través del arte, la fotografía y el diseño. Esta unión no solo permitirá fortalecer la experiencia formativa de todos los estudiantes, si no también iniciará la ruta para establecer la comunidad creativa más grande de Latinoamérica. Ello nos permitirá emprender un conjunto de iniciativas en pro de la calidad educativa, así como compartir diferentes prácticas que inspiren y potencien la experiencia de todos los miembros de nuestra comunidad”, señalaba el correo electrónico.


[2] Esta y otras comunicaciones son recogidas en “¿Qué está pasando en Corriente Alterna? Las abruptas salidas de la directora, coordinador académico y docentes de la prestigiosa escuela de arte provocan incertidumbre e indignación en sus estudiantes” (Toledo, 2018). Véase https://redaccion.lamula.pe/2018/02/09/corriente-alterna-las-inexplicadas-salidas-de-su-directora-coordinador-y-docentes/gtoledo/


[3] Si uno tuviese que describir el tono general de aquella reunión, la referencia obligada sería un episodio de la serie The Office: tanto por la palpable incomodidad que a veces rayaba en el absurdo (principal componente de la comedia cringe que caracteriza al programa) como por la sensación de simulación patente (presente en el hecho de que el programa es un falso documental). Pero lo cómico sirve aquí de velo a lo peligroso de la situación -en nuestro caso, podríamos apelar al psicoanalista Robert Pfaller, sobre que “lo cómico es lo que es ominoso para otros”.


[4] La idea de una comunidad de estudiantes que vincule a las cuatro escuelas hoy de propiedad de Intercorp volverá más adelante en palabras de Javier Rubio.


[5] No ha de pasar por alto la marcación de género: eran todas funcionarias de Intercorp.


[6] En un correo enviado el 4 de mayo, ya se nos daba la bienvenida a la “comunidad de docentes” del grupo Intercorp: “Como parte de inLearning Institutos no solo acceden a una serie de oportunidades propias de nuestras instituciones educativas; además, tienen la oportunidad de pertenecer al club Intercorp y acceder a una serie de beneficios extra en todas las empresas del grupo. Asimismo, como parte de inLearning institutos, pasan a formar parte los diferentes programas de formación pedagógica y disciplinar que busca potenciar su experiencia como colaborador, así como su labor docente”. Lo que está velado aquí es, por supuesto, el uso de “colaborador” y no de “trabajador”. Más sobre eso en la sección “Retóricas de la vida corporativa”.


[7] Cosa curiosa: al tiempo que se daban las condiciones para asegurar y estabilizar el descabezamiento de la anterior administración por la nueva, una alumna desarrollaba un proyecto visual y de investigación, que sustentaría al final del semestre, consistente de una exploración crítica de las ficciones que el mercado de NFTs habilita y la cultura visual que despliega. ¿Diferencias insalvables entre la nueva dirección y el proyecto académico del Centro de la Imagen?


[8] Pérez, Ani (2022) Las falsas alternativas. Pedagogías libertarias y nueva educación. Virus: Barcelona.


[9] Klikauer, Thomas (2013) “What is managerialism?”. Critical Sociology, 1-17. p.3.


[10] Las anteriores y próximas ediciones de FEST, el “festival de innovación” de Intercorp, se perfilan como eventos privilegiados para atender críticamente a las prácticas y discursos alrededor del rol de la tecnología digital en nuestra república empresarial.


[11] This is not a traditional office, it’s actually a house. We wanted a house because we wanted to build a family (...) señala uno de los trabajadores de La Victoria Lab.


[12] Fuller, Matthew (2017) Black Sites and Transparency Layers. Traducción propia.


[13] De todas formas, vale notar la inclusión de cursos como arteterapia en la oferta de extensión de Corriente Alterna. La descripción del curso no puede ser más elocuente: “Participa de un proceso transformativo. A través de la psicología, la exploración de materialidades, el movimiento y la espiritualidad, invitamos a nuestro ser creador a ir más allá de lo ya conocido. Exploramos nuevas formas de entender nuestros procesos creativos en la búsqueda del autoconocimiento y el bienestar”.


[14] Lynch, Kathleen (2014). “‘New Managerialism’ in Education: the Organisational Form of Neoliberalism”. Asimismo, genera trabajo académico dedicado predominantemente al conocimiento práctico y a establecer buenas conexiones con el público y los sectores privados, en lugar de contribuir a un aprendizaje orientado hacia la producción de conocimientos significativos. Si bien en otros lugares la discusión sobre la comercialización de la educación está centrada en la toma de instituciones públicas por el sector privado, encontramos tendencias similares en la reciente experiencia de compra.


[15] El MINEDU dispone que la agenda de innovación aplica “el conocimiento científico y tecnológico para solucionar problemas detectados, resolver una necesidad insatisfecha, o aprovechar una oportunidad. Es un cambio, transformación o mejora significativa de un producto, proceso o servicio; que tiene aplicación práctica y aceptación en el mercado; y contribuye con la productividad y competitividad del sector. ” Ver:


[16] Srnicek, Nick y Alex Williams (2015). Inventing the Future. Postcapitalism and a World Without Work. Verso: Londres. P. 53.


[17] Fisher, Mark (2017) “Accelerate Management” Parse Journal, 5. https://parsejournal.com/article/accelerate-management/


[18] Ibid.


[19] Graeber, David (2012) “Of Flying Cars and the Declining Rate of Profit”. The Baffler. No. 19. http://thebaffler.com/salvos/of-flying-cars-and-the-declining-rate-of-profit Aquí Graeber entiende el desarrollo de la tecnología tras el triunfo del mercado como un proceso signado por un declive en la innovación en relación al ritmo de invenciones pioneras de la revolución industrial (y, por lo tanto, una reducción del horizonte de posibilidad de la tecnología). Declive, a su vez, disimulado en el presente por las mitologías y burocracias de Silicon Valley, entre otras, que igualan innovación y desarrollo con emprendedurismo de mercado.

[20] Compárese con proyectos como Innova Schools, cuya meta es (al menos idealmente) masificar la educación escolar a bajo costo, o con los perfiles de las demás escuelas y universidades de Intercorp, orientadas hacia la tecnología aplicada o los negocios y cuya audiencia son las clases medias bajas: la Universidad Tecnológica del Perú, ZEGEL-IPAE e Idat . Caso particular el de Corriente Alterna, donde la adquisición pareciera tener que ver, por un lado, con la cooptación del discurso de la creatividad y la innovación, y con la transición de artes plásticas y visuales a artes “aplicadas”.


[21] O, tal como respondió uno de los antiguos directivos del Centro de la Imagen ante la posibilidad de que Intercorp “franquicie” la institución y empiece a abrir sedes en todo el país, medio en serio, medio en broma, “si no lo hacen ellos, éramos nosotros los que íbamos a terminar haciéndolo”.

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